Bastaría remontarse 30 ó 40 años atrás para descubrir el enorme avance social que se ha producido. Aquella era una sociedad cuya cultura estaba estrechamente vinculada con la religión. Ésta era un factor de cohesión social. Lo bueno, lo malo, los tiempos, las fiestas, el trabajo, la moral,…giraban en torno a una experiencia religiosa común a la mayoría de los ciudadanos. Y esto, también afectaba a la escuela. Los signos religiosos, la presencia de sacerdotes o religiosos, la propuesta de tiempos escolares y extraescolares para la catequesis o la práctica religiosa, eran normales en casi todas las escuelas públicas o privadas españolas. Lo mismo ocurría con la enseñanza de la religión. Era una asignatura fundamental en el sistema educativo. Había incluso un libro de texto titulado ‘Catecismo Escolar’. Es evidente que todo esto ha cambiado. No obstante continúa el debate entre los que afirman que la sociedad ya no es religiosa, y los que defienden el derecho a una formación donde la apertura a la trascendencia tenga su espacio y su tiempo.
Ángel Miranda
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