Se entiende por voluntariado, según la ley promulgada el 17 de enero de 1996, “el conjunto de actividades de interés general, desarrolladas por personas físicas, siempre que las mismas no se realicen en virtud de una relación laboral, funcional, mercantil o cualquier otra retribuida y reúna los siguientes requisitos:- Que tengan carácter altruista y solidario.- Que su realización sea libre, sin que tengan su causa en una obligación personal o deber jurídico.- Que se lleven a cabo sin contraprestación económica, sin perjuicio del derecho al reembolso de los gastos que el desempeño de la actividad voluntaria ocasione. – Que se desarrollen a través de organizaciones privadas o públicas y con arreglo a programas o proyectos concretos”. En esta perspectiva se sitúa el voluntariado social salesiano. El voluntario salesiano es una persona laica, hombre o mujer, joven o adulto que llegado a la mayoría de edad y después de una adecuada preparación se pone al servicio de quienes más lo necesitan, en especial de jóvenes en “riesgo”, es decir a disposición de los que por diversos motivos tienen más carencias bien sean de tipo material, escolar, emocional.Razones para la búsquedaEl voluntario/a, brinda a la comunidad sus dotes y capacidades personales de manera responsable, con un compromiso explícito y duradero. Colaborando con las distintas instituciones civiles y eclesiales, promueve una acción de transformación de la sociedad, según el modelo evangélico y el Sistema Preventivo de Don Bosco, inspirado en la Espiritualidad Juvenil Salesiana. Pero no se limita sólo a los/as jóvenes cristianos practicantes. Se abre también a las personas de buena voluntad, que se encuentran en una situación de búsqueda de la verdad a través de la acción social y comparten el ideal salesiano y su método, al menos en sus líneas esenciales. Los motivos que inducen a las personas a ser voluntarios son muy variados. Por hablar de grandes grupos podemos señalar:&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Altruismo, Filantropía, Solidaridad.&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Compromiso político y participación ciudadana.&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Motivaciones religiosas.&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Tiempo libre.&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Huida de crisis y problemas personales&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Conocimiento de otras realidades.&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Búsqueda de justicia social.&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Sentimientos de culpa.&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Búsqueda de relaciones humanas.&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Búsqueda de experiencia laboral.&<img src=Marcas/RomboA.gif>61607; Búsqueda de límites y retos personales Por lo que podemos apreciar, el voluntario es una persona que busca. A veces, las motivaciones de esa búsqueda son claramente positivas. Otras, dudosas por no decir negativas. Pero lo cierto es que conocer los motivos reales de la persona que llega queriendo ser voluntario, incluso para ella misma, es muy difícil. Por otro lado, rara vez existe una sola razón, más bien se entreveran unas con otras y no es fácil delimitarlas.Actitud y aptitudes Por eso cualquier persona puede ser voluntaria, con independencia de su situación personal y de los motivos que le inducen a ello. La motivación, sea cual sea, ha servido de pretexto para tomar la decisión. A partir de ese momento se ha de transformar en un trabajo serio acorde con unos objetivos y con una metodología que contemplen a la persona marginada como protagonista absoluta. La organización y el propio voluntariado tendrán que cuidar qué servicio se asigna, qué información y qué apoyos ofrecen y cual es la actitud correcta para desarrollarlo con éxito. El voluntario debe observar una serie de principios, actitudes, responsabilidades, deberes, etc. en una relación con la persona marginada, con su organización y con la sociedad. Al mismo tiempo su trabajo también tiene repercusiones y enfoques desde su propio interior. Además de la actitud, el voluntario requiere de unas aptitudes que, en la mayoría de las ocasiones ya posee. En otras, habrá de adquirir la formación específica adecuada para poder realizar su trabajo. Es muy importante la formación de los voluntarios. Los terrenos donde se mueven los voluntarios son amplísimos y diversos. Tanto en programas de prevención, como de asistencia directa, o de sensibilización social hacia los excluidos. No es posible pormenorizar todos los requisitos, actitudes, sentimientos, valores o estrategias que debe seguir cada voluntario en cada uno de estos servicios, ya que cada anciano, cada niño, cada toxicómano, cada enfermo, posee un mundo propio muy rico y alejado de las supuestas características de grupo.El Proyecto AurreraIñigo Goiri es un voluntario del proyecto Aurrera. Él mismo presenta su experiencia: Ser voluntario/a nace de la actitud personal de hacer algo por los demás y es uno de los medios más adecuados para poner en práctica el compromiso y la responsabilidad por hacer un mundo mejor, la participación social y el ejercicio de la ciudadanía y la solidaridad. Personalmente he vivido la experiencia del Proyecto Aurrera, un proyecto educativo establecido en las casas salesianas de Deusto (Bilbao), Cruces (Barakaldo), Errenteria (Gipuzkoa) y Vitoria (Álava), para facilitar el acceso de chicos y chicas menores con carencias y necesidades detectadas, a un ambiente adecuado para mejorar su desarrollo escolar, afectivo, de habilidades personales, social y familiar.En concreto, en Aurrera-Deusto, siete voluntarios/as hemos estado trabajando con un grupo de ocho chicos y chicas de entre 8 y 11 años con diferentes problemáticas y situaciones especiales (dificultades de atención, baja autoestima, problemas de socialización, de logopedia…, menores inmigrantes que necesitan apoyo para su integración en la escuela, menores con problemas familiares…) durante dos tardes a la semana. Aspectos esencialesHaciendo balance al final de curso, podemos apuntar varias de las líneas de fuerza que han sostenido el proyecto durante este año escolar:- Un grupo de voluntarios que se ha ido convirtiendo en equipo educativo. Jóvenes estudiantes que, viniendo de diferentes carreras académicas (medicina, economía, psicología…) se unen con el interés común de ayudar a otras personas, siendo conscientes de sus capacidades y limitaciones. – Un equipo cohesionado y coherente con sus planteamientos educativos es la base del éxito del proyecto y garantiza la calidad de las actividades. Nos juntamos al final de cada jornada para revisar las actividades, preparar las siguientes y compartir experiencias y reflexiones. Vamos aprendiendo que cada uno/a tenemos aptitudes y capacidades que podemos poner al servicio de los otros y nos damos cuenta que la buena voluntad no vale por sí sola, debemos ser voluntarios con profesionalidad, con intencionalidad educativa y con ansias de formación permanente.- Una planificación de las estrategias y actividades educativas, con una metodología clara y coherente con los objetivos marcados. El trabajo de programación previo es muy importante y hay que dedicarle el tiempo necesario. La evaluación y programación trimestral nos ha ayudado a ir revisando nuestra labor y la evolución de los/as chicos/as, e ir adaptando varios elementos si fuera necesario.- Utilizamos varias herramientas de trabajo: ficha diaria de evaluación, ficha de recogida de datos, seguimiento personalizado de los/as usuarios/as… – El Proyecto Educativo es el documento de referencia que orienta y organiza nuestros objetivos y nuestra labor. Un Proyecto Educativo es algo vivo, que va creciendo y modificándose con las aportaciones de todos/as. La planificación conjunta es una herramienta de sistematización y organización pero también de participación de los/as voluntarios/as. Sentirnos parte del Proyecto refuerza nuestra integración y compromiso con el mismo.- Una buena coordinación y una relación directa y estable, compartiendo información y estrategias con otros/as profesionales y recursos que atienden en otros aspectos a nuestros/as chicos/as participantes en el programa (Servicios Sociales, Parroquiales, de Atención Psicológica…), es importante para llevar a delante nuestra labor educativa.- Tratamos a los/as chicos/as de una manera integral, aunque somos conscientes de nuestra labor limitada y de hasta dónde llega nuestra responsabilidad y capacidad de intervención.- Nuestra actitud primera y principal como voluntarios/as es la de aportar nuestros propios dones para ayudar a otros/as pero siendo conscientes de que “nadie es tan pobre que no tengo nada para dar ni tan rico que no tenga nada que recibir”, nos percatamos de que en ese proceso de darnos, es mucho más lo que recibimos en la interrelación con los/as participantes de nuestros proyectos socioeducativos y esto nos aporta una satisfacción personal muy honda.Este sentirnos satisfechos de lo dado y lo recibido nos anima a seguir adelante.
Sandra Gallego, Iñigo Goiri Pérez
No hay Comentarios