La familia debería ser el núcleo más importante de la estructura social, ya que es el lugar donde se transmite la vida, los valores y las creencias en ambiente de acogida incondicional y amor. Desde la célula familiar se realiza la primera modelación cultural. La familia es «iglesia doméstica» para los cristianos, ya que constituye el primer ámbito donde se hace presente la cercanía de Dios. El sacramento del matrimonio consagra el amor humano y lo hace signo del amor que Dios tiene a su pueblo. Sin embargo nuestra cultura del bienestar no tiene en cuenta la estructura familiar. Los horarios laborales y el ritmo de vida fragmentan a la familia, privándole de posibilidades de comunicación y encuentro. Las leyes laborales no terminan de arbitrar soluciones para que la creciente incorporación de la mujer al mundo del trabajo no perjudique a los hijos. Don Bosco sustentó el Oratorio sobre un «ambiente de familia». Muchos de aquellos aprendices acogidos por Don Bosco eran huérfanos y precisaban de una familia para crecer integralmente. El tiempo libre nos ofrece la posibilidad de recuperar el ambiente de familia. Tiempo libre para hablar entre padres e hijos de temas tan simples como: la ropa que usamos, la comida que preferimos, cómo invertir el tiempo, cómo gastar el dinero… Estos temas serán inicio para abordar cuestiones más difíciles tales como: la elección de amistades, el problema de drogas y alcohol, el racismo, la sexualidad, la ética profesional… la fe religiosa, los valores, las creencias.
José Joaquín Gómez Palacios
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