La alianza es un término muy importante para nuestra religión cristiana. Nos habla de relación entre dos partes. La alianza matrimonial nos recuerda el amor entre los esposos. La alianza de civilizaciones nos lleva a hablar de la importancia que tiene contar con los otros en cuestiones que atañen a la seguridad o al cuidado de la creación. La alianza bíblica nos sitúa en la apasionante relación entre Dios y el pueblo de Israel y entre Dios y la humanidad.
Así, la alianza nos hace pensar en Dios y en el ser humano. Un ser humano que está abierto a la trascendencia, que se puede comunicar con Dios. Será de esta manera como Dios se comunique con el hombre y este responda a lo que el Señor le pide.
En nuestros días se nos recuerda que todo está interconectado. Todo lo que existe, existe en relación con el resto de la realidad. Quizás la mayor red de conexiones sea internet.
Si esto lo aplicamos a nuestra vida podemos decir que cada ser humano puede vivir su vida en alianza con Dios, con los seres humanos y con la creación. Sabernos en relación con el resto del mundo es una invitación también a respetarnos unos a otros e incluso a cuidarnos. Se hace importante que cada uno desarrolle las posibilidades que tiene. La vida en alianza nos habla de unos compromisos con los demás, de unas obligaciones y, a su vez, nos lleva a sentirnos reconocidos en nuestra propia realidad.
Dicho esto, podemos afirmar que como seres humanos estamos llamados por vocación a realizarnos a nivel individual y comunitario en alianza con Dios. Para afirmar esto es necesario que compartamos una visión creyente o que estemos abiertos a la fe en nuestras vidas. Cuando se cierra la dimensión trascendente del ser humano la realidad se percibe de otra manera, la alianza con Dios desaparece y se puede llegar a establecer una relación “cosificadora” con el resto de seres humanos y a reducir la creación a una realidad material que está a nuestro servicio. Creer en el Dios de Jesús de Nazaret y hacer de nuestra vida una alianza con él no nos quita nada de lo que somos, nos ofrece posibilidades nuevas y nos abre a una vida de mayor profundidad. Nos permite vivir nuestra vida como vocación en alianza con Dios, con las personas y con la creación.
Óscar Bartolomé
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