Mientras los medios de comunicación social del mundo tienen sus ojos puestos en las tensiones en el medio oriente, África Central se desangra por los conflictos que la envuelven.El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha denunciado reiteradamente la situación que vive el este de la República Democrática del Congo. No han servido para nada las llamadas al desarme y a la desmovilización de los rebeldes. Según datos facilitados por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, hay en el Congo más de dos millones de desplazados internos y más de 600.000 refugiados congoleños han tenido que huir a los países vecinos de Ruanda, Burundi y Uganda. Piero Gavioli, director de la casa salesiana de la ciudad de Ngangi, en declaraciones recientes a nuestra agencia ANS, ha dicho: “El pasado 20 de agosto se reanudó la guerra y la violencia a unos veinte kilómetros de nuestra casa; oímos los tiros y disparos intercambiados entre rebeldes de los grupos M23 y el ejército congoleño. Es difícil por el momento determinar el número de muertes que se han producido entre las fuerzas armadas y la población civil”. Y seguía Gavioli: “Ayer por la tarde alrededor de las 21 horas, dos bombas cayeron en los distritos de Mabanga y Katoy, sembrando la muerte, el pánico y la ira entre las personas. Esta mañana, una bomba cayó en Gisenyi, matando a una mujer e hiriendo a su hijo. Hoy día, la lucha en el norte de Goma no se ha detenido. Pero personas que regresan a Kigali nos advirtieron que se han reunido una gran cantidad de tanques y camiones llenos de soldados que se dirigían a Goma o la frontera con el Congo. Aparentemente Rwanda -que siempre ha negado su participación en el conflicto en el este de Congo- parece estar preparándose para entrar en la guerra abierta”. En su narración Piero Gavioli no duda en afirmar: “La nuestra es una guerra olvidada; se ha convertido en un hecho invisible en la comunidad internacional. Los periódicos occidentales hablan de las muertes en los conflictos en el Medio Oriente, y esto es normal. Pero creo que el número de hombres, mujeres y niños que siguen muriendo en el Congo a causa de la guerra y sus consecuencias (el hambre, las privaciones, las enfermedades, las migraciones forzadas…) es terriblemente mayor. Se ha dicho, con razón, que esta larga guerra, que comenzó hace unos 20 años, ha sido la más mortífera en nuestro continente, se han contabilizado cerca de 6 millones de personas muertas. Con los niños, rezamos todos los días por la paz: ¿habrá alguien que tome en serio el grito que se eleva desde los humildes de esta región?”. En su mensaje del día 24 de agosto, el obispo de la diócesis de Goma monseñor Théophile Kaboy, hizo una sentida llamada a las conciencias de las autoridades locales e internacionales para contribuir a terminar con la violencia y los conflictos en la región. “En nombre de Dios déjennos vivir”.
Felipe Alonso
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