“Hazte humilde, fuerte y robusto… Yo te daré la Maestra. Esta fue la clave de la vida de Don Bosco: vaciarse de sí para llenarse de la luz que fue recibiendo de lo Alto, las palabras que guiaron cada uno de sus pasos, sentir sobre su cabeza la mano de la Maestra que le indicaba el camino de rosas y espinas que darían fecundidad a la obra que Dios confiaba a sus manos y a su corazón. No fue presuntuoso al creer que había recibido tanta palabra de Dios, sino humilde por saber que necesitaba esa ayuda del Dueño de la mies, del Rey que le dejó un talento para convertirlo en cien. Hubo otro sueño, en 1884, a raíz del cual don Santiago Costamagna recordaba las palabras de Don Bosco: Entre tantas Congregaciones y órdenes religiosas, tal vez la nuestra fue la que recibió con más frecuencia la palabra de Dios. “Los hijos se regalan”Se había fijado la fecha del 7 de diciembre de 1884 para la ordenación episcopal del salesiano Juan Cagliero que había nacido cuarenta y seis años antes en Castelnuovo de Asti. Era, por tanto, paisano de Don Bosco. Y monaguillo cuando el dos de noviembre de 1851 acompañó hasta el púlpito al joven sacerdote Juan Bosco que iba a predicar sobre el sentido del día de los Difuntos en su pueblo natal.Al volver a la sacristía se dio cuenta Don Bosco de que el muchachito le miraba con fijeza y le preguntó: – Tú quieres decirme algo, ¿verdad? – Sí, respondió sin titubear Juan: – Quiero ir con usted a Turín para estudiar y hacerme sacerdote. – Di a tu madre que venga esta tarde a la casa parroquial para hablar conmigo.Cuando recibió a Teresa, la madre viuda desde hacía varios años, la saludó con esta ocurrencia: – Mi buena Teresa ¿es verdad que quiere venderme a su hijo? – ¡Ah, no! En Castelnuovo se venden los terneros. Los hijos se regalan.Se lo regaló a Don Bosco. Es decir, se lo regaló a Dios. Y comenzó su vida de “regalo a Dios” en el Oratorio de Valdocco el año 1851. La vida de Cagliero fue una de esas palabras vivas que Don Bosco recibió en su largo, intenso, duro camino de entrega a sus muchachos. “…yo con Don Bosco”Juan Cagliero aceptó pocos años después formar parte del proyecto de Don Bosco de una Congregación religiosa. Y entró en ella de cabeza. Don Bosco le había conquistado: – Fraile o no fraile, yo con Don Bosco. Se formó con seriedad y profundidad. Estudió filosofía y teología en el Seminario de Turín. Se ordenó como sacerdote en 1861. Siguió los cursos de música del maestro Cerutti y fue discípulo aventajado con numerosas y muy estimables composiciones, especialmente para canto: romanzas y polifonía, operetas y misas. El gran Giuseppe Verdi elogió su gran fantasía y su fuerza creativa. Obtuvo el doctorado en teología y dos años después, en 1875, capitaneó la primera expedición misionera salesiana a Buenos Aires con el proyecto de evangelizar la Pampa, la Patagonia y la Tierra del Fuego. No iba de misionero, sino de introductor de aquellos nueve jóvenes salesianos que guiaba. Pero las misiones le atraparon y quedó en Argentina hasta 1877 cuando Don Bosco le confió la dirección espiritual de la Congregación. Y en este cargo le sorprendió en 1884 la designación de León XIII como vicario apostólico de la Patagonia del Norte y Central. Aquella “gran fantasía y fuerza creadora” para la música que había visto en él Verdi, se convirtieron, con esta mueva misión, en una preciosa balada a la que dedicó toda su alma. Basta seguir los pasos que dio.
Alberto García-Verdugo
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