Cuando los diputados conservadores Francisco Lastres y Manuel Silvela entraron en la sala de visitas de Sarriá, en Barcelona, el corazón de Miguel Rua latía como un reloj enloquecido. Sin escape. Don Bosco le buscó con la mirada. Estaba contra su ser natural, serio y pálido, aparentando que escuchaba a un animado interlocutor, pero sus ojos oscilaban al acecho. Esperaba como los dos diputados de Cánovas, la llegada inevitable de la respuesta. Y ésta se presentó vestida de Miguel Rua. Nada más entrar él, en la sala, se pudo ver en su bandeja una carta sobre la fundación, la primera fundación de los salesianos en Madrid. El 18 de abril de 1886, Don Bosco había recibido en audiencia a Silvela y Lastres para abordar el tema del correccional de «Santa Rita», en nombre del Patronato, del rey Alfonso XII y del mismo nuncio Rampolla.- Reverencia, he ahí nuestras cartas y credenciales.- Queridos, señor Lastres y Silvela.- Tenemos que avanzar en nuestra empresa.- Hemos pensado.- Sin duda un buen pensamiento el suyo.- Que haremos con su ayuda, Don Bosco, el mejor correccional de España.- ¿Correccional? ¿Corrección, corrección?- Sí, reverencia, quizás el mejor de España.- ¿Corrección? ¡Ah, no, no, no, no! Las murallas de mis establecimientos son las calles. Una corriente de aire cerró de golpe la puerta con tal fuerza que el temblor desmoronó las cortinas de la ventana. Allí estaba ahora, en el cuarto de la sala, Miguel Rua, digno y afable, con la carta en la mano. Se hizo el silencio más absoluto. Los dos diputados escuchaban, con un estruendo nunca antes oído, todas las maquinarías del reloj de pared.- Las murallas de nuestros establecimientos son las calles.- ¿Entonces?- Seguiremos en contacto. Hay que llegar a Madrid. Las facciones de Bosco, todo su cuerpo, eran de una inconfundible arquitectura campesina, al contrario que la esmerilada delgadez de Rua. Dieron todos unos pasos adelante, como si fuesen a certificar la autenticidad de un milagro. Después, se quedaron quietos, hechizados. Todos sabían lo que sentían.- Hay que llegar a Madrid. Los salesianos llegaron a Madrid el 17 de septiembre de 1899, a la calle Zurbano 52. Miguel Rua, en sus viajes por España, en 1905, le dedicó un día entero al «Correccional de Santa Rita», que los salesianos nunca aceptaron. La verdad fue como estar en el «Correccional de Trento» que si aceptaron en su momento. ¿Al bueno del Señor Don Rua le remordía la conciencia?
Francisco Rodríguez de Coro
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