Me encuentro en Cinkassé. La temperatura aquí llega cada día a los 48º C a mediodía. En la calle, por la noche, suele refrescar algo más, en torno a los 32º C y en la habitación donde duermo es algo más calurosa. Si os digo la verdad me levanto a las cinco de la madrugada y después de cenar me quedo dormida.Esta semana estoy muy bien acompañada de dos amigas de Bamako (Malí), que están pasando unos días en Cinkassé. Me acompañan a los poblados y por la noche hacemos buenas tertulias entre amigos de Benin, Burkina Fasso, Malí, Togo y España.Condiciones difíciles e ilusiónEl trabajo en las aldeas es mi pasión a pesar de que es un año malo y me temo que el que venga será aún peor. Ahora estamos a poco de que lleguen las lluvias y ya se acabó la comida. En las actividades que realizamos hacemos alfabetización en casi todos los poblados y es una lección ver a las mujeres como llegan con sus hijos a la espalda para aprender a leer y escribir. Me han pedido que les enseñe a hacer jabón. Este año veo una tristeza grande, creo que se llama hambre.Mucha gente marchó hace meses a trabajar a las plantaciones de cacao o café en la Costa de Marfil, sobre todo hombres, pero también mujeres. Los niños se quedan con los abuelos, pero los abuelos están para que les atiendan a ellos. Este año veo más los problemas de salud, quizá porque la población que se ha quedado es más mayor. Después de la alfabetización, tomamos posiciones debajo del mango y hago las curas más urgentes, si no hay dinero para comer muchísimo menos para ir al dispensario. En algunos poblados hemos empezado el huerto al lado del pozo, aunque a decir verdad, justo en estos meses con estas temperaturas tan altas no crece nada ni aunque lo riegues, el sol lo quema todo. Aunque el tiempo cambiará.En los poblados la gente se prepara para las lluvias, reforzando los muros de adobe, los tejados de paja, limpiando los terrenos para prepararlos para plantar. Esto quiere decir que la semana que viene cerramos el curso de alfabetización hasta septiembre pues durante los meses de lluvia todo el mundo (hombres, mujeres y niños) se dedican al campo.La gente es magnífica. Hay una niña albina que, hace poco, pude conseguirla unas gafas para proteger sus ojos de los rayos del sol. Claro que ahora son las chicas que aprenden costura cerca de aquí con las que tengo que luchar todos los días para que no se las quiten. Y otra niña me tiene muy preocupada, porque tiene la enfermedad del pájaro o, como nosotros la llamamos, epilepsia. Por ahora es todo lo que os puedo contar, pero espero que pronto os pueda informar cómo sigue mi vida en este país que necesita de mucha ayuda.
María Dolores Fernández López
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