Queridos amigos:
Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre y a vacaciones periódicas. Lamentablemente, como sucede también con otros derechos proclamados, la realidad, para muchos, es muy distinta. Pero es cierto que en las sociedades industriales, junto al trabajo, cobra cada vez más importancia el tiempo libre, el ocio, la distensión. En este sentido, el tiempo de vacaciones adquiere una importancia humana muy significativa, así como el modo de realizarlas y vivirlas.
Junto al trabajo, los momentos de descanso, de cultura y de culto, de ocio y contemplación, de cercanía a la naturaleza, son esenciales para la humanización de la persona. La sociedad actual tiene el reto de devolver al trabajo su verdadero sentido personal y social, y de dar también un sentido constructivo y personalizante al tiempo de ocio y vacación.
Don Bosco, en los comienzos de la industrialización, proclamó el valor del trabajo e intuyó, al mismo tiempo, la importancia del tiempo libre, el ocio, la fiesta, tanto para los niños y jóvenes como para las clases populares. De esa intuición nació el Oratorio que ofrecía a todos: esparcimiento, juegos, deporte, cultura, valores, posibilidad de amistad, comunicación. Todo ello encuentra en el tiempo de vacaciones una oportunidad mayor. Pueden convertirse verdaderamente en tiempo de creatividad, formación y realización. Por ello, a todos nos es necesario recuperar el sentido del tiempo de vacaciones para la cultura, el arte, la lectura, la expresión, el contacto con la naturaleza.
Frente a la competitividad, el estrés, incluso la agresividad, tan frecuentes en el ámbito laboral, el tiempo libre puede acercar las personas a lo gratuito y espontáneo, a la reflexión e interiorización, a saborear lo grandioso y sentir el placer de las cosas sencillas, a rehacer fuerzas, cultivar la amistad, expresar lo mejor de nosotros mismos ayudando a otros, a una verdadera calidad de vida. El modo de vivir el tiempo de vacaciones depende especialmente de nosotros mismos. Está en nosotros el convertirlas en tiempo para aprender, construirnos, realizarnos, servir, dar, vivir.
Eugenio Alburquerque Frutos
Director
No hay Comentarios