En el lugar en el que trabajo somos un equipo de personas competentes y humanitarias; el cuidado de los enfermos está por encima de todo pero fuera de este mundo del trabajo cada uno tiene su vida, su familia, sus amigos, sus creencias y sus opiniones. Muchas veces me han dicho que soy “rancia”, o sea sosa, y hacían referencia a una cuestión que ya se ha repetido en varias ocasiones: Mis compañeros, aunque lo respetan, no entienden que a mí en lugar de cenar y beber unas copas me apetezca ir de excursión o a ver un partido de fútbol; tampoco entienden que en lugar de ir a ver una película al cine me apetezca merendar y charlar un rato y por supuesto no entienden que los sábados al acabar la jornada de doce horas me acerque a la Parroquia a participar de la misa joven. Sí, soy diferente pero me gusto: me considero humana y muy profesional, disfruto con mi equipo de trabajo y aprendo mucho de ellos; me gustaría que vieran en mí una persona que sabe disfrutar a su manera pero que no por eso debe prescindir de que sus amigos le inviten a un refresco… solo que si es posible en lugar de a las tres de la mañana sea antes de cenar… ¡Cuestión de gustos!

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