Costa de Marfil, que cumple 25 años de presencia salesiana, es uno de los países más pobres de África. Actualmente, y tras sufrir un conflicto de más de cuatro años, está caminando hacia la paz. A continuación, a la vez que se explican las distintas etapas del conflicto vivido en Costa de Marfil, se van explicando distintas formas de solidaridad de las que el país ha sido testimonio durante todo este tiempo. Solidaridad a través de la cooperaciónCosta de Marfil es un Estado de África Occidental, situado en el Golfo de Guinea. Tiene una superficie de 320.803 m2 y una población de 18.154.000 de la cual el 45,4% es población urbana. Con una esperanza de vida de 46 años, tasa de analfabetismo del 50,3% y un índice de mortalidad infantil de 118,3 por mil nacimientos; Costa de Marfil es uno de los países más pobres de África, ocupando el sitio 164 de 177 países en el ranking del Índice de Desarrollo Humano (2006).Sin embargo, Costa de Marfil vivió una época gloriosa. Máximo exportador de cacao mundial y con una gran estabilidad política de la mano del llamado “padre de la nación” Houphouet Boigny, era un ejemplo de país africano próspero. Pero esa época queda ya lejana. A finales de los años 80 empezó una crisis iniciada con el descenso del precio del cacao que ha llevado al país a una gran precariedad.En Korhogo, al norte del país, los salesianos llevan dos parroquias con más de 60 pueblos, un colegio, dos internados, un oratorio para los niños del barrio… todos ellos, proyectos de desarrollo con un objetivo claro: reducir la vulnerabilidad de los niños/as y familias participantes. La ejecución de proyectos de cooperación al desarrollo es una muestra de solidaridad hacia los pueblos más vulnerables. En el colegio Don Bosco, cientos de niños y niñas estudian, motivados para poder construirse un futuro más esperanzador. La obra salesiana se enfrenta diariamente con situaciones de injusticia a través de la educación, como motor del desarrollo humano. Y es que la educación está en el centro del desarrollo, es una necesidad básica sin la cual no puede existir el proceso de desarrollo. En general, los distintos proyectos de cooperación puestos en marcha deben partir siempre de las necesidades de los propios beneficiarios, respetando su propia cultura, su propio proceso de desarrollo. En los últimos tiempos, la cooperación al desarrollo ha vivido grandes cambios, grandes debates, empezando por el propio concepto de desarrollo. Durante muchos años la civilización occidental se ha visto como única civilización universal y ha universalizado su modelo de desarrollo como equivalente de crecimiento económico. Actualmente el concepto de desarrollo está evolucionando y, sin olvidar que el crecimiento económico es un instrumento, incluye también una dimensión social como punto clave, sin olvidar, por otro lado, las constricciones medioambientales. Solidaridad con los más vulnerablesEn el año 1999 hubo un golpe de Estado en el que el militar Robert Gueï tomó el poder y, a pesar de que en octubre del 2001 el pueblo fue llamado democráticamente a las urnas (proclamando a Laurent Gbagbo como presidente), las revueltas y altercados sociales de la población cada día más pobre se hicieron presentes: las cosechas de cacao y algodón se compraban a precios irrisorios, a veces incluso no podían ni venderse y los pequeños agricultores se iban endeudando, empobreciendo.En muchos pueblos se realizaron distintas campañas de solidaridad con el objetivo de dar a conocer y denunciar la situación vivida en el país, y de poder vehicular las ayudas y muestras de solidaridad de la población. Así, se puso en marcha una tienda solidaria y se realizaron distintas exposiciones informativas.El simple acto de acercarse a una tienda solidaria y, por ejemplo, comprar una cruz de coco que ha sido trabajada por jóvenes trabajadores de Costa de Marfil que buscan una manera de ganarse la vida para pagarse así los estudios y permitir un mayor desarrollo de su propia familia, constituye un acto de solidaridad hacia esos jóvenes.Este tipo de campañas permiten acercar a la gente a diferentes causas solidarias. Tomar conciencia de las injusticias sociales es un primer paso hacia la solidaridad; tras este paso no deberíamos quedarnos parados sino más bien dar otro, y otro más. Nuestro compromiso hacia los más pobres, los más vulnerables, debería de ser más fuerte que la adhesión esporádica a campañas. Deberíamos tomar conciencia de las desigualdades y las razones que las motivan, e implicarnos más allá de nuestra participación puntual ante una situación concreta como puede ser una situación de emergencia.La solidaridad de los que se quedaronEl 19 de septiembre del 2002 se inicia una crisis tras la cual el país quedó dividido en dos partes, norte y sur, entre los que serían denominados rebeldes y los seguidores del entonces presidente Laurent Gbagbo. Dicho conflicto estalla, por una parte con la sublevación de los rebeldes que toman el control de varias casernas militares y del conjunto de las ciudades del norte del país, entre las cuales destacan las de Korhogo y Bouaké y, por otra parte, con los asesinatos del ministro del interior Boga Doudou (cercano al presidente) y del ex presidente Robert Gueï. “No. No tengo miedo, pero tengo que ser prudente. Cuando el 20 de septiembre de 2002 todo el personal occidental fue evacuado, nosotros hicimos la opción de quedarnos. Cuando tomas esta decisión, la tomas sabiendo que existe la posibilidad de que te pase algo. Esta opción la tomas porque amas a Jesucristo y esto hace que pierdas el miedo, ya que has tomado la opción de amar como él”, explicaba Rafael Sabé, que vivió la situación de conflicto con el resto de salesianos de la comunidad de Korhogo; de la misma manera que lo hicieron las comunidades salesianas de Duékoué y Abidjan.En Duékoué, situado en el centro oeste del país, los salesianos llevan una parroquia con un área de influencia de unos 8.000 Km². Durante el conflicto, llevaron a cabo una labor de asistencia y de acogida a unos 27.000 refugiados. El primer año de guerra la parroquia acogió a 6.000 personas de Burkina Faso que trabajaban en las plantaciones de café y cacao. Huían de una posible muerte y fueron acogidas. Más tarde, unas 5.000 personas de otras etnias se refugiaron también allí en el año 2.004. Y en la última etapa del conflicto, unas 16.000 personas de etnia weré se refugiaron en la parroquia tras unas espantosas matanzas. En Abidján, al sur del país, los salesianos están al frente de una parroquia, un centro juvenil, una escuela de deporte y un centro de acogida de niños de la calle. A causa de la guerra la ciudad se vio obligada a acoger a más de medio millón de refugiados procedentes del norte, incrementando la pobreza y la violencia en los barrios. La Iglesia, con un servicio de Cáritas muy dinámico, intentó ser luz en medio de tanto sufrimiento. La presencia salesiana en Costa de Marfil durante el conflicto fue un punto de apoyo vital para muchas personas y familias, que pudieron recibir ayuda, comprensión, apoyo, esperanza… Fue un ejemplo de solidaridad activa. Ante la injusticia, ante el dolor, no tan solo se denunció, sino que se actuó.Solidaridad de los voluntariosDurante el conflicto hubo muchas tentativas de acuerdos de paz. Finalmente, el 4 de marzo del 2007, con la firma de un acuerdo de paz en Ouagadougou (Burkina Faso) entre representantes de las facciones enfrentadas, se sentaron las bases de un camino hacia la paz, la reconciliación y reunificación del país.Tras el acuerdo se abre un largo recorrido hacia la paz. Numerosas son las iniciativas que se están llevando a cabo para favorecer la reconciliación y la paz entre familias. En particular, la situación de paz ha permitido que, de nuevo, desde la ONG VOLS-Voluntariat Solidari, puedan enviarse voluntarios y voluntarias al país como se había estado haciendo antes del conflicto.Dichos voluntarios/as participan de las actividades de las distintas obras salesianas en Costa de Marfil: Korhogo, Duékoué y Abidján; colaborando con los salesianos y salesianas así como los equipos de educadores. Su experiencia solidaria puede ser doblemente enriquecedora: el voluntariado en el Sur abre una ventana al mundo, acerca a una realidad de dolor e injusticia ante la cual, participando de los distintos proyectos se actúa, no dejando espacio a la indiferencia. Dicha experiencia puede dar lugar a la reflexión y puede potenciar la capacidad de pensar y vivir de otra manera, permitiendo que la solidaridad, más allá de un acto puntual, pueda entrar a formar parte de nuestro proyecto de vida.Muchas son las formas que puede adoptar la solidaridad, partiendo siempre de la voluntad de compartir, de dar, buscando el bienestar del otro. Los testimonios de solidaridad explicados dan de nuevo sentido al término, recordándonos la esencia del mismo y dando ejemplo de las distintas formas en que la solidaridad puede expresarse. ¿Y para ti, como se expresa la solidaridad?La solidaridad nos hace más partícipes de la sociedad, nos hace tomar conciencia de las desigualdades e injusticias y nos implica en la lucha por su erradicación. La realidad no debería de desbordarnos, no está en nuestras manos el poder resolver todos los problemas, pero sí puede estar en nuestras manos realizar grandes pequeños cambios: piensa globalmente y actúa localmente.
Cèlia Palacín Pahí
No hay Comentarios