A lo largo del año he citado en esta sección alguna vez al filósofo de moda en Alemania, el coreano Byung-Chul Han. En un libro suyo, En el enjambre, describe cómo han transformado Internet y las redes sociales nuestra vida y nos transforma a veces en un “enjambre digital”: un enjambre de abejas funciona como una masa; las abejas no tienen ideas propias ni originales.
Dice Byung-Chul Han que hoy en día el medio digital nos embriaga y nos ciega: se pierde el respeto (su etimología habla de “mirar hacia atrás”). No guardamos una distancia respetuosa hacia las personas, nos entrometemos en las vidas de otros y lo privado se hace público.
Aun reconociendo lo mucho bueno de las redes (mayor flujo de información, relaciones, conectividad…), Han encuentra algún efecto nocivo. El peor efecto es la shitstorm: “Se promueven en internet “shitstorms” o “tormentas de basura” sobre personas por cualquier cosa… Y es que reaccionamos afectivamente al instante, sin matices ni autocontrol, conformando una sociedad sin respeto recíproco”. Con frecuencia se difunde una noticia falsa o tergiversada sobre una persona o institución, que son insultadas por miles de internautas en pocas horas. Una vez aclarado todo, está bien pedir perdón; pero eso no restituye el honor de la persona ni el mal rato que ha pasado.
Además, según Han, “estas tormentas son ruido e impiden el silencio. Solo en el silencio se fraguan las vivencias humanas más profundas y valiosas. Pero en la sociedad digital hay mucho ruido, poco respeto y mucho enfado, que no engendra futuro, porque al enjambre digital le falta peso y masa, no es un “nosotros”, consta de individuos aislados, no tiene “alma” ni “espíritu”… Los habitantes digitales no se congregan ni se unen de modo duradero. Surgen, hacen ruido desde sus dispositivos electrónicos… y luego se disuelven”.
En definitiva, enseñar el respeto a los demás se ha vuelto una necesidad urgente. Don Bosco lo consideraba parte esencial del ser “buen cristiano y honrado ciudadano”.
Jesús Rojano
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