Para los padres de adolescentes, los tiempos de Internet y el iPod han producido la sensación de que la tecnología es más un motivo de preocupación que de alegría. Sin embargo, muchas veces ignoran la existencia de revistas que ejercen aún más influencia –y de forma más discreta y silente– sobre sus hijos. La gran mayoría de las denominadas «revistas para adolescentes», destinadas casi al 100% a chicas entre los 11 y los 16 años, son auténticas «bombas» psicológicas. Si juzgamos las ventas de este tipo de publicaciones tampoco vale el argumento de que las adolescentes de hoy en día no leen. Basta con mirar el boom de los últimos años, en alza de ventas y cabeceras. Todo comenzó con SuperPop, hace unas décadas, a la que pronto se sumaron Vale, Ragazza, Bravo y, en los últimos años, Loka, You, Star2, Black! y e-Girl… Por si fueran pocas, brotan temporalmente las publicaciones temáticas como Operación Triunfo y, la más reciente, Física o Química. Desde sus orígenes, la fórmula ha variado poco: revistas que regalan pósters, llamativos obsequios, trucos de belleza, moda para estar «in», y sobre todo, entrevistas «en profundidad» a los más guapos de los escenarios.Realidad desvirtuadaAunque lo que de verdad las hace triunfar es el hablar de lo prohibido y el lenguaje que utilizan para ello. Los primeros besos, las primeras experiencias sexuales (de gente, por cierto, de dudosa existencia) se cuentan de un modo cómplice, haciendo hincapié en el plano físico y obviando el afectivo. En todas se omite la figura de los padres salvo para demostrar que son incapaces de comprender sus sentimientos. Según un estudio realizado por la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) casi todas estas revistas definen un prototipo de mujer que responde al de una persona agresiva, rebelde, excesivamente preocupada por su físico y por «cazar» hombres a través de su aspecto. La formación, el ocio, la cultura o el voluntariado son temas prácticamente inexistentes, mientras que los cotilleos y los reportajes de famosos han ganado páginas en los últimos tiempos. Presentan un prototipo de mujer que está continuamente indagando en cómo conquistar al hombre y complacerle sexualmente, lo que repercute en que reciban una imagen discriminatoria de la mujer.Responsabilidad en los contenidosHabría que preguntar entonces a las editoriales sobre el por qué de sus contenidos pero temo que la respuesta sería obvia: «es lo que nuestro público demanda». Volvemos al eterno problema del huevo o la gallina. Las editoras –que al fin y al cabo no dejan de ser empresas con fines lucrativos– compiten para acaparar audiencia, enganchándola a base de regalos y guapos de portada, hasta convertirla en consumidora frívola. Pero ¿son esos contenidos los que realmente demandan las jóvenes? Y el papel de los padres, ¿dónde queda? ¿No son ellos quienes deben preocuparse por educar y preparar a su hija para el día de mañana? Si la adolescencia es ya de por sí una etapa rebelde, fomentar la ausencia de la vida familiar y sublimar el ego individual es arrojar leña a esa rebeldía. Artículos sobre otra forma de vivir la adolescencia desde la solidaridad, el compromiso, el crecimiento personal, o con contenido social o humanitario, no estarían de más para ofrecer otros modos de vida en personas que, a su edad, buscan modelos en los que referenciarse e integrarse.
David GonzálezEditor de la revista Programa
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