Estuve 18 meses en Tijuana (Méjico) como voluntaria de Jóvenes del Tercer Mundo. Al terminar mis estudios decidí que quería tener una experiencia de voluntariado más intensa, estar a tiempo completo al servicio de los demás, y así surgió Tijuana… Es una ciudad fronteriza con Estados Unidos. Tiene dos zonas diferenciadas: la zona centro, con comercios, bancos, centros de diversión, etc., y la periferia con caminos de tierra sin alcantarillado, chabolas sin luz ni agua… Los mexicanos sueñan con llegar a Estados Unidos. Pero al llegar a la frontera ven su sueño frustrado. Les piden unos permisos que no tienen. Muchos deciden establecerse en Tijuana. Tendrán que partir de cero en una ciudad extraña por muchos motivos. Tijuana presenta algunos problemas serios: alcoholismo, drogadicción, prostitución, pandillas, desatención de los niños y otros muchos derivados de la pobreza. El Proyecto Salesiano Tijuana trata de ser un motivo de esperanza y de superación personal. Cuenta con 6 Oratorios en las colonias más pobres de la ciudad con actividades religiosas, educativas, culturales y deportivas. Son dinamizadores de la vida en la zona y un poderoso creador de pertenencia a una comunidad. La labor del voluntario no es tanto hacer muchas actividades como la de organizar, coordinar y motivar a la gente de la colonia para que se impliquen en ellas. Para mí ese año de voluntaria fue algo muy especial, ha marcado un antes y un después en mi vida. Una experiencia de voluntariado permite conocer otra cultura, otra forma de ver la vida de enfrentar los problemas… Ver cómo gente que no tiene nada salvo una vida llena de problemas logra sacar diariamente las fuerzas y la ilusión para seguir adelante sonriendo. Y a pesar de tener tan poco te abren las puertas de su casa y de su corazón y te dan todo lo que tienen sin pedirte nada a cambio.

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