El pasado mes de mayo se presentó la ;i>Memoria del Tribunal Superior de Justicia de Madrid correspondiente al año 2005. En ella aparecen algunos datos demoledores, a lo que parece, no muy diferentes de los que arrojan los informes de otras comunidades autónomas, en relación a la violencia de adolescentes y jóvenes. En síntesis, los datos son éstos: aumentan los delitos cometidos por menores, cada vez son más graves, se consuman a edades más tempranas, crece la reincidencia, proliferan las bandas juveniles agresivas. Y entre los delitos cometidos por menores hay que resaltar también el aumento de las agresiones sexuales (han crecido un 67% en el último año) y de las lesiones (crecimiento del 20%).Por qué Es la primera pregunta que aflora ante datos tan dramáticos. Ciertamente, antes de intentar responder y proponer soluciones, es necesario llegar a las causas, a las raíces de lo que está sucediendo. Para solucionar un problema, como para remediar una enfermedad, lo primero de todo es un adecuado diagnóstico. Y mucho me temo que, como ante otras situaciones conflictivas y ante otros problemas sociales, nos dediquemos a divagar y a echar balones fuera. En la presentación de la ;i>Memoria aludida, el fiscal jefe comentó: “Se observa que hay un mayor desprecio hacia la vida y falta de valores, ése es el problema”. Pocas palabras, pero certeras. Faltan valores éticos y falta aprecio a la vida; no hay, por ello, razones para vivir, para creer, para esperar, para sufrir, para amar. Pero, es necesario todavía seguir interrogándose: ¿por qué actualmente no existen en tantos jóvenes valores que les ayuden a orientar su vida en otro sentido y dirección que no sea la violencia, la droga, el delito?Prevenir El delincuente no nace, se hace. Quizás se hace él mismo o quizás lo hacen o hacemos un poco entre todos. No cabe duda de que las condiciones sociales influyen muchísimo en los caminos que tomamos en nuestra propia existencia. Y en la base de esas condiciones sociales está la educación. Sólo el esfuerzo educativo, comenzado en la misma familia, puede llevar a la experiencia de los valores humanos y sociales que implica el vivir y el convivir: el respeto a los demás, la responsabilidad, la justicia, la verdad, la tolerancia, la dignidad de cada persona.Sólo una adecuada educación previene. La educación es siempre preventiva, porque hace surgir a la persona y enseña a vivir como personas. Y en la educación está la clave del sentido de la vida y del aprendizaje de la convivencia. Por eso, ante la actual situación de tan fuerte inseguridad social, está en entredicho la educación que se promueve. Si la situación educativa, como puede juzgar cualquier observador imparcial, es bochornosa y alarmante, no deberían sorprender los frutos que se cosechan. Todos los informes, internos y externos, sobre educación hablan de cifras muy elevadas de fracaso escolar, de deterioro institucional (falta de respeto a la autoridad, carencia de medios necesarios, problemas psicológicos en los profesores), de violencia en las aulas, etc. Si queremos responder a los problemas de violencia, droga, racismo, intolerancia, son muy necesarias las medidas sociales encaminadas a la recuperación; son muy importantes las ayudas prestadas a las familias con esta finalidad. Pero, sobre todo, empecemos por solucionar adecuadamente el problema de la educación. Si queremos dignificar a las personas, dignifiquemos la educación.
Eugenio Alburquerque
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