Parece que fue ayer cuando entraba por la puerta del colegio de Escolapias y no sabía adonde me dirigía, ni con quién iba a estar. Han sucedido muchas cosas desde entonces, buenos y malos ratos, he aprendido muchas habilidades, formas de diversión, trabajo en equipo, cualidades interiores. El trabajo voluntario que realizamos nos llena y hemos aprendido a tratar con respeto y admiración al grupo tan heterogéneo de chicos y chicas que acogemos en el Club. Para mí, “Sansomendi” ha supuesto un ámbito en el que encontraba cada sábado, una familia acogedora preocupada por mí, atenta a mis necesidades e ilusiones, animándome y ofreciéndome un rato diversión y formación al tiempo, que me llenaba por dentro. Hoy, el Club ha cambiado respecto a cuando yo entré de niña, pero intentamos transmitir esas mismas sensaciones de agrado y desarrollo personal, con la máxima cercanía posible hacia sus problemas, intereses e inquietudes. Son 25 años de trabajo y empeño por conseguir estas metas, y espero que los años venideros sigan suponiendo ese esfuerzo y alegría de compartir cada momento de la vida y sobre todo, de nuestro tiempo libre, que con gusto otorgamos a esta causa. Que sigan siendo también el amor, la ayuda, el afán por llenar las vidas de los demás, y también las cosas tristes que nos han ocurrido ya que de ellas también se puede aprender y mejorar para que futuras generaciones no cometan nuestros mismos errores.Por mi parte son 25 años de gratitud por todo lo que he experimentado en este ambiente salesiano, tanto proveniente de mis compañeros educadores, como de los propios salesianos, que han tenido una paciencia enorme, como de las personas a las que va dirigido todo esto y por los que el espíritu de Don Bosco sigue latiendo en nuestros corazones y en el de nuestros jóvenes.
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