Para quitarse el sombrero
He tenido la gozada de leer cientos de “vidas de santos”. Esta es para quitarse el sombrero. Nació en una familia rica de la Crocetta en Turín. Su padre Alfredo fue: fundador del periódico La Stampa, senador, embajador en Berlín. Un ambiente familiar poco religioso y desunido. Pero Pier Giorgio se implicará a tope: Salesianos, Dominicos, Jesuitas, Conferencias de San Vicente, Cottolengo, Congregación Mariana, Cruzada Eucarística. Y su familia, casi, sin enterarse de nada (le llamaban el “hombre inútil”). Pero llevó la tempestad a su casa, porque la santidad es “revolucionaria”.
Descubre las dificultades de los obreros de Turín y eligió estudiar la ingeniería que le acercaba al trabajo más duro: la minería (¡Pobre padre!). Amigo de todos, siempre proclamó su confianza completa en Dios. “Perdió” su tiempo libre en obras de caridad (visitó cientos de casas de pobres donde nadie quería entrar).
Fundó con sus amigos la sociedad de los “malasombra” (él era Robespierre), para ayudarse en la vida interior y asistir a los últimos. Deportista nato, bicicleta y montaña, se metió de lleno en la “política” cristiana: FUCI (universitarios católicos), Partido Popular de don Sturzo. Y aprendió alemán en casa de la familia de Karl Rahner, en Friburgo.
Murió de poliomielitis fulminante (en pocas horas). Tenía 24 años. El día del funeral junto con los amigos y familiares, había miles de pobres llorando. Su padre abrió los ojos y le costó poco enterarse quién era de verdad su hijo: un santo (así lo escribió después del entierro). Mandó construir un pabellón en el Cottolengo que lleva su nombre. Cambió de vida y llegó a ser íntimo amigo de Montini (luego Pablo VI).
Su primera biografía la escribió don Cojazzi, SDB. Su hermana Luciana publicó varios libros y vio su “triunfo”: murió a los 105 años en 2007. Juan Pablo II lo beatificó en 1990, declarándolo Patrono de las Jornadas mundiales de la juventud (JMJ). El día de su beatificación el mismo Times de Londres, lo puso en portada. El papa Francisco rezó largo rato delante de su tumba en la catedral de Turín.
Y, cosas de la actualidad: como no pudo acabar su “master” de ingeniería (por pocos días), se lo concedieron en 2001.
José Antonio Hernández, sdb
Delegado inspectorial de Familia Salesiana en SSM
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