Pisó siempre tierra pero como de puntillas, en un artístico ballet del espíritu. Siempre ejecutaba la danza del amor. Su estilo sencillo, templado, me recuerda la abeja, afanosa siempre en busca de la miel del evangelio: el amor, con sus caras de amabilidad, comprensión, dulzura, detalles… Y me recuerda la mariposa, vistosa ella sin saberlo ni buscarlo, que da vida y colorido a todo paisaje y lugar. De flor en flor, de belleza en belleza. Volando inquieta, nunca quieta, pasando por la vida de muchos, dejando siempre mensajes de cielo y de jardín.Hombre de Dios Si hablaran… Cristo diría: tuvo un corazón semejante al mío. Don Bosco añadiría: captó de maravilla el ;i>Da mihi animas y la esencia del Sistema Preventivo: razonar siempre, envolver todo en amabilidad, y vivir la religión en su dimensión positiva, liberadora y como recurso educativo plenificador. Y si hablaran sus antiguos alumnos, de todas las épocas, llenarían programas y programas de elogios y de anécdotas de este hombre de Dios, y amigo, que pudo hacer sonreír a algunos con sus piadosas insistencias.Apóstol de la confesión Don Luis, promotor insigne de los 24, recibió el primer aviso de su estado de salud, un 24, como un mensaje de móvil de la Madre: “Luis, hijo, tu Madre te espera en el andén”. Luego, precisamente el Jueves Santo, día del amor fraterno y del sacerdocio, tres horas después de terminar los Ejercicios Espirituales en Sanlúcar la Mayor, fue a confesar -¡apóstol de la confesión!- a las hermanas salesianas. Fue precisamente confesando a una hermana cuando sintió más sensiblemente la presencia cercana de la mano del Padre, de la Auxiliadora y de don Bosco. Venían a llevárselo al cielo que tanto predicó. ¡Ya estaba bien, Luis, le dijeron los tres! Fue la última absolución. Él no la necesitó, estaba en las manos del Padre y con ellas ocupadas no podía absolverlo. Abrazarlo sí. Y con qué fuerza: “Ven bendito…”Comunicador De anécdotas de don Luis, pueden hablar aquellos filósofos (potsnovicios) de Consolación de Utrera. ¡Cómo cuajó en muchos! Y pueden hablar tantos antiguos alumnos de los colegios, de los universitarios del Mayor Don Bosco, de las asociaciones, de la Confederación Nacional de Antiguos Alumnos…¡Dejó tal impronta! Y el día en que se recopilen sus “quincenales”, sus muchas hojitas y escritos, conoceremos y agradeceremos más el cúmulo de ideas, su fondo, su vocación, su celo apostólico, su amor a los jóvenes, a la Iglesia, a la Congregación y a las devociones salesianas. Durante sus 84 años sembró su vida de amor. El entierro, el Sábado Santo, habla también. La presencia numerosa y fervorosa atestiguan la gratitud y amistad de muchos. Así como el funeral del día 19 de abril, en que la iglesia de la Trinidad estaba llena de gente y llena de fervor. Presidió don Antonio Montero, arzobispo emérito de Mérida-Badajoz. Es tiempo de pedirle gracias. Pero…hay que ser comprensivos, seguramente andará por el cielo repartiendo hojitas. Yo creo que hasta a don Bosco y a santa Teresa.
Alfonso Francia
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