Queridas Marta y Susana:
Os escribo esta carta a pocos días
de que participemos juntos en un viaje
que me hace mucha ilusión:
la peregrinación a los lugares salesianos. Hace ya unos años que Don Bosco
nos visitó (por lo menos su reliquia).
Es bueno devolverle la visita… y es esta una visita no por compromiso,
sino para comprometerse. Intencionadamente he utilizado el término peregrinación al referirme al evento.
No se trata solo de acercarnos
por curiosidad a los sitios en los que nació, creció y vivió. La idea es,
como en toda peregrinación, que al final tenga un impacto real en nuestras vidas.
El curso que comenzamos en septiembre tiene muy presente la experiencia vital
de Don Bosco: llevamos tres años preparándonos para la conmemoración
del bicentenario de su nacimiento y, por fin, lo vamos a poder celebrar. Seguramente durante estos próximos meses tengamos la oportunidad de recordar, con más ahínco que en otros años si cabe, anécdotas, vivencias, reflexiones de este santo tan nuestro. Permitidme que en esta carta os dé unos consejos para aprovechar más
esta peregrinación y celebrar mejor
la gran fiesta del bicentenario.
Para empezar una peregrinación
es indispensable ponerse en marcha, moverse; trasladarnos de la seguridad
de nuestro hogar a otro lugar en el que, aunque jamás hayamos estado,
sepamos que nos vamos a sentir acogidos. Esto es lo primero que debemos hacer: tener una actitud de movimiento,
estar dispuestos a dejar atrás la rutina,
la comodidad, la pereza…
Acordaos de que durante todos estos años en el colegio, cuando nos hemos ido
de excursión, antes de emprender
la marcha, siempre nos hemos puesto
en manos de Dios, rezando un Padrenuestro o un Ave María: pues esto también
hay que hacerlo al iniciar este viaje.
La oración es fundamental si queremos
que la experiencia sea transformadora. Hemos de procurar habilitar tiempos
y espacios para escuchar lo que Dios
nos tenga que decir.
Una vez que nos hemos trasladado
y que lo hemos hecho con actitud
de escucha a Dios, llega el momento
de celebrar. Don Bosco les insistía constantemente a sus muchachos
que la Reconciliación y Comunión frecuentes eran el mejor camino
para llegar a la santidad. Aprovechemos
la oportunidad de hacerlo en el lugar
donde físicamente él lo solía hacer
tan a menudo. Por último,
una peregrinación no es tal si esta
no provoca un mayor compromiso
de amor… a Dios y en Dios,
en nuestra familia, en nuestra sociedad…
si la experiencia no nos cambia, mejorándonos, estaremos de viaje o de paseo, pero no peregrinando. Castelnuovo, I Becchi, Chieri, Valdocco… son solo lugares… casas, pueblos o trozos de tierra. De nosotros depende que su significado trascienda, haciendo de nosotros mejores cristianos y más honrados ciudadanos.
Seguimos hablando…
Jaime Martínez
Foto autor: Fermín Rodríguez
Pie de foto: Campobosco 2010 en el Tibidabo (Barcelona)
No hay Comentarios