Caso 1: Juan necesita el rotulador que tiene Marcos y se lo pide tímidamente. Marcos dice que lo está usando él y Juan se marcha resignado. Poco después Elena necesita el rotulador y se lo pide a Marcos con cajas destempladas “Eh tú, dame ese rotulador”. En la pelea subsiguiente se acerca la profesora que los castiga y quita el rotulador. En este caso encontramos dos tipos de conducta: tenemos la “violenta” de Elena: intenta imponer sus deseos a toda costa como en la máxima “pega antes de que te peguen”. Sabíamos que “siendo violentos no conseguimos hacer amigos”; pero para algunas personas resulta sorprendente descubrir que con mucha frecuencia, “tampoco conseguimos nuestros objetivos”. Juan puede defenderse con violencia; o aprender a esquivar nuestra hostilidad (por ejemplo, ocultando el rotulador) y, como en este caso, puede aparecer la autoridad (la maestra en el ejemplo) e impedir que la violencia tenga éxito. Se ha comprobado que: “Las personas que más éxito tienen no suelen recurrir a la violencia”. Otra conducta es la “pasiva” de Marcos. Se limita a amoldarse a la voluntad de la otra persona. La persona que tiende a ser pasiva, no conseguirá sus objetivos, con la consiguiente frustración personal. Tampoco establecerá buenas relaciones de igual a igual. Si nos limitamos a decir “hay que hablar” pero no les mostramos cómo hablar, estaremos fomentando personas pasivas; una conducta que lleva a más insatisfacción personal o a más fracaso escolar que la conducta agresiva.
No hay Comentarios