En la pastoral no siempre todos los desafíos son externos. En el caso de la Pastoral familiar, los recientes Sínodos han puesto al descubierto los retos provenientes de una compleja situación y de su variada localización. En el ámbito de la Familia Salesiana, por razones de “contemporaneidad” –social y eclesial- y por razones de “misión desde un carisma” debemos seguir comprometidos desde una actitud y actividad de significativa renovación. ¿Una Pastoral Familiar Salesiana para el siglo XXI?
- “Resintoniz
ar” la Pastoral familiar
La familia -independientemente de las culturas y de la diversidad de configuraciones actuales- tiene una misión social y educativa de primer orden. No sólo se trata de acoger, cuidar y educar a los hijos (¡que no es poco!) sino que -a pesar de los múltiples cambios y evolución- la familia es una verdadera comunidad con una enorme importancia para el individuo y para la sociedad. Y es que en la familia, la persona tiene la oportunidad de vivir un gran instrumento para su desarrollo y por ello decimos que es verdadera matriz y cuna de humanidad. Pero a la vez, la familia es protagonista en la construcción de la sociedad porque le toca gestionar aspectos tan importantes como la economía, el trabajo, la defensa de la dignidad de los niños y de la mujer, el cuidado de personas dependientes, la solidaridad –desde las experiencias de adopción, acogida, las connotaciones derivadas de las épocas de crisis como la ayuda económica o el compartir vivienda, etc.
Desde la perspectiva de la Iglesia, afirmamos que la familia es misionera por su dimensión evangelizadora, de servicio a la vida y de compromiso social. Por eso mismo ya tiene sentido una pastoral familiar. Pero, también, por otras razones. Efectivamente, porque la familia es una realidad que concierne al individuo durante toda la vida (inicialmente como hijos, pero también como hermanos, esposos, padres, abuelos, etc.). Porque es un factor clave para la orientación y el sentido de la vida de los hijos y de las nuevas generaciones. Porque es una realidad viva y dinámica que necesita un cultivo para ir desarrollándose por las diversas etapas y circunstancias. Porque vive inmersa en un momento de cambio muy rápido y de crisis compartido con otros sectores y, especialmente, porque la familia experimenta una serie de problemáticas específicas (desorientación en la educación de los hijos, separación de los progenitores, problemáticas del paro o de la vivienda, crisis de valores, transmisión de la fe, etc.). Finalmente, porque debe tener suficientes capacidades y recursos para convertirse ella misma en verdadero sujeto de su crecimiento.
La Iglesia ha realizado un esfuerzo de comprensión de su situación y grandes retos a través del Sínodo Extraordinario de 2014 y del recién concluido Sínodo Ordinario de 2015. Ahora bien, frente a tanta vitalidad, protagonismo y desafíos, ¿tenemos conciencia y necesidad de “resintonizar” para captar mejor la realidad, unir más nuestras fuerzas, seleccionar las prioridades más importantes?
2. “Reconocer” nuestras propias limitaciones
A las grandes amenazas de la familia –la falta de madurez personal, esperanza, ayudas o la propia complejidad de la vida cotidiana- podemos añadir otras de talante más interno. En efecto, no pocos afirman que en el mundo católico tenemos un modelo sólido y, también, no pocos miembros de la Familia Salesiana (FASA) piensan que algunas pastorales especializadas pueden prescindir de la familia. Vale la pena aceptar una autocrítica constructiva y reconocer que, al menos, esas limitaciones generan dificultades a la hora de operar. La primera de ellas es la pastoral del “idealismo” de la comunidad familiar. La segunda, las pastorales que “olvidan” la familia.
El proyecto de Dios para el hombre y la mujer ha quedado reflejado en diversos textos bíblicos que explicitan su vocación. Pero la realidad, el significado y el proyecto del matrimonio católico y de la familia cristiana con frecuencia han sido descritos y promovidos de una manera “edulcorada” y mirando básicamente a la perfección del modelo. La realidad de la familia también supone un espacio de esfuerzo, adaptación, tensión, rutina, ang
ustia, sufrimiento o de frustración personal. El Papa Francisco nos recuerda la dinámica de limitación-crecimiento y su mirada desde el realismo: “No existen familias perfectas y esto no nos tiene que desanimar. Por el contrario, el amor se aprende, el amor se vive, el amor crece ‘trabajándolo’ según las circunstancias de la vida por la que atraviesa cada familia concreta. El amor nace y se desarrolla siempre entre luces y sombras. El amor es posible en hombres y mujeres concretos que buscan no hacer de los conflictos la última palabra, sino una oportunidad. Oportunidad para pedir ayuda, oportunidad para preguntarse en qué tenemos que mejorar, oportunidad para poder descubrir al Dios con nosotros que nunca nos abandona. Este es un gran legado que le podemos dejar a nuestros hijos, una muy buena enseñanza: nos equivocamos, sí; tenemos problemas, sí; pero sabemos que eso no es lo definitivo. Sabemos que los errores, los problemas, los conflictos son una oportunidad para acercarnos a los demás, a Dios”. (Discurso en la Fiesta de las familias y Vigilia de Oración, Filadelfia, 26 de septiembre 2015).
3. “Redescubrir” la Pastoral familiar como misión de la FASA
La Carta de la misión de la Familia Salesiana nos recuerda con meridiana claridad cuáles son los núcleos de la misión: “La Familia Salesiana reafirma, en el contexto del mundo contemporáneo, la fidelidad a la riqueza profética de Don Bosco, como respuesta de fidelidad al plan de Dios. Los ámbitos en los cuales interviene son tres: la promoción humana; la educación; la evangelización. Dirigiéndose, de manera especial a los jóvenes pobres y a la gente sencilla del pueblo, los miembros de la Familia Salesiana trabajan, ante todo, por crear las condiciones favorables para un acontecimiento digno de las personas” (del p. 4, Las dimensiones del compromiso apostólico de la Familia de don Bosco). En definitiva, “promoción, educación y evangelización” no se pueden asumir en clave de verdadera misión sin contar con la familia en tanto que agente pastoral y, también, como destinataria de la propia pastoral.
La propia Carta de la misión de la Familia Salesiana realiza un interesante análisis: “Todos los que se inspiran en Don Bosco, se sienten interpelados por la situación actual, porque reconocen en la familia una función educativa, el ambiente para preparar a los jóvenes al amor y a la acogida de la vida, la primera escuela de solidaridad entre las personas y los pueblos. Los miembros de la Familia Salesiana, seglares y consagrados, asumen un empeño específico para dar dignidad y fortaleza a la familia, para que sea, de forma cada vez más evidente, pequeña Iglesia domestica” (del p. 17, La fragilidad social de la familia, como institución).
¿Colaboramos en una verdadera convergencia pastoral o facilitamos su fragmentación?
4. “Rearticular” la Pastoral Familiar desde la FASA
Así pues no queda ninguna duda que la pastoral familiar forma parte integrante de la misión salesiana. La pastoral familiar debe formar parte de la pastoral de toda la FASA por evidencias antropológicas, eclesiales y salesianas.
¿Qué proponer? Sencillamente “rearticular” la Pastoral familiar de la FASA porque una vez incorporada a la misión tenemos que dar respuesta a ese reto en concordancia con nuestro carisma, estilo y comunión. Eso es lo que explica y pretende el documento Marco de referencia para la Pastoral Familiar Salesiana –sdb, María Auxiliadora-. Ello significa tener bien presente que existen dos ámbitos de la acción pastoral: uno intrafamiliar y otro de proyección externa. También, recordar que el legado educativo-pastoral de la FASA tiene suficientes elementos para desplegar unos criterios de esa pastoral. Pero la centralidad de esa rearticulación pasa por seis pilares que os proponemos para la reflexión y el diálogo:
- Las grandes acciones de esa pastoral deberán desarrollarse desde tres criterios de identidad eclesial y salesiana: la acogida, la animación y el acompañamiento;
- El convencimiento de que existen escenarios de actuación plurales y diferenciados –todos ellos importantes en cuanto a la actuación pastoral- que cubrirían la atención a las necesidades básicas, el apoyo educativo, la intervención puntual, la intervención intensa, etc., hasta acciones de crecimie
nto familiar integral o acciones explícitamente evangelizadoras o de promoción vocacional; - Que el Movimiento de Hogares don Bosco en la FASA sea reconocido y actúe como núcleo y motor de sensibilización y actuación de la Pastoral Familiar en general, y destino natural de llegada de los procesos evangelizadores más explícitos sobre los matrimonios y familias;
- Trazar puentes entre la pastoral familiar y la pastoral juvenil, entre otras cosas, porque los jóvenes de hoy formarán familias en el mañana y porque las familias de hoy siguen siendo referencia muy importante para los jóvenes del presente. Tendría que aparecer más claro la Familia como ambiente clave de la Pastoral Juvenil en el manual La pastoral Juvenil Salesiana. Cuadro de referencia, del Dicasterio para la Pastoral Juvenil Salesiana (2014).
- Desarrollar acciones formativas para los agentes de la Pastoral familiar acordes a las necesidades y situaciones de hoy;
- Estructurar instrumentos de diálogo y colaboración eficaz entre todos los colectivos de la FASA.
Pilar Pérez y Andreu Ibarz,
Movimiento Hogares Don Bosco
Para seguir conociendo el Moviemiento de Hogares Don Bosco: http://hdbinspectoria.blogspot.com.es/ http://www.cooperadores.org/old/hdb/presentacionHDB.pdf