La Declaración Universal de los Derechos Humanos proclama solemnemente: “todo individuo tiene derecho a la vida”; “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y, en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”. Se trata de un derecho, universal, inalienable e inviolable. Lo sabemos muy bien; pero lo practicamos muy mal. Porque a pesar de todo el énfasis que se pone en las solemnes declaraciones, la triste y aterradora realidad es que 1.000 millones de personas yacen en la más absoluta pobreza.Que todos vivan con dignidad Dos campañas se han lanzado recientemente por organismos sociales y cristianos, que intentan sensibilizar a la opinión pública para avanzar hacia un mundo que sea de verdad la tierra de todos y en el que todos podamos vivir con dignidad y en el que los derechos humanos lleguen a ser realidad para todos. Son: la campaña “Otro mundo es posible, depende de ti” (promovida por Manos Unidas) y “Sin Duda, Sin Deuda” (promovida por ;i>Caritas, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas, Redes). Pensar que es posible otro mundo sin hambre y sin deuda, y comprometerse en construirlo, entraña la convicción hondamente arraigada de que todos los seres humanos compartimos la misma naturaleza y la misma dignidad, de que todos somos hijos de un mismo Dios. Es necesario, pues, descubrir el valor fundamental de la persona, de cada persona, empezando por las más débiles, las más pobres, las más necesitadas, y cultivar un respeto sagrado hacia todos, para llegar a crear un mundo con más equidad en el que todos vivan en condiciones dignas. Juan Pablo II decía en uno de sus últimos discursos que entre los grandes desafíos de la humanidad actual están: el desafío de la vida, el desafío del pan y el desafío de la paz. Paz, pan y vida, están íntimamente unidos y constituyen realmente la base para llegar a ese otro mundo posible.Vivir de otra manera Quizás, lo que resulta más perentorio es convencerse personalmente de queen la existencia de ese otro mundo posible estamos implicados todos: depende, realmente, de ti, como dice el slogan de la campaña. Depende de nuestra capacidad de solidaridad y de fraternidad, de nuestra voluntad de hacernos prójimo de cada hombre que sufre y malvive. Ésta es nuestra verdadera responsabilidad. Y la responsabilidad solidaria por cuantos carecen de pan y de dignidad, por cuantos se encuentran en los márgenes de la sociedad, motiva de manera especial la necesidad de vivir de otra manera: frente al individualismo, vivir solidariamente; frente a la fiebre posesiva y acumulativa, vivir compartiendo; frente al consumismo, vivir moderadamente; crear nuevos modelos de bienestar basados no en el tener sino en el ser, no en el consumo sino en la calidad de vida. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar? ¿Estamos dispuestos a cambiar la mentalidad y la praxis consumista, a abandonar la dinámica del despilfarro y del derroche y a entrar en el camino de la austeridad y de la sobriedad? Esta la cuestión decisiva: para construir otro mundo de justicia, paz y desarrollo para todos, es necesario aquí, en este primer mundo, vivir todos de otra manera, más sencilla, más sobria, más humana.
Eugenio Alburquerque
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