Al empezar nuestra andadura por caminos salesianos, muy pronto nos sentimos cautivados por las palabras, siempre presentes, de Don Bosco a sus muchachos: “Un santo triste es un triste santo”, o “La santidad consiste en estar alegres”. Santa María Mazzarello no dejaba de aconsejar a sus hermanas, Hijas de María Auxiliadora: “Estad siempre alegres…”. Eran mensajes diáfanos y elementales, que después pudimos profundizar.
Buscar la alegría es buscar a Dios. A Dios que es Amor, Vida, Presencia, Alegría. Es nuestra esencia y existencia. “En Dios nos movemos, existimos y somos.” (Hech. 17, 28). La alegría fluye espontánea cuando vivimos conectados a nuestra identidad verdadera, a lo que somos; no a las circunstancias que nos rodean, tantas veces adversas, ni a los vaivenes de nuestra sensibilidad.
Tenemos una poderosa razón para ser optimistas ante los avatares de la vida: la certeza de que Dios no nos abandona y es Alegría; que lo que somos en profundidad se halla siempre a salvo.
Don Bosco y María Mazzarello, allá donde iban siempre sembraban alegría y fiesta. En medio de mil dificultades a lo largo de toda su vida, fueron verdaderos testigos de la alegría auténtica.
La familia salesiana se siente heredera de esta actitud. Sor Yvonne Rengoat, superiora general de las Salesianas, expone en sus cartas que la alegría “no es un adorno de circunstancias, ocasional, de fachada. Si así fuera, caeríamos en la desilusión de una vida construida sobre arena…”. Y añade: “La alegría que queremos compartir con y por los jóvenes es la alegría misionera que surge de la conversión personal y comunitaria, de la conversión pastoral”.
La alegría es compasión, ternura que consolida nuestras relaciones personales, consolación, esperanza en el futuro, optimismo en los proyectos, fiesta. En la exhortación Evangelii Gaudium, el papa Francisco nos dice que “la Iglesia está llamada a despertar al mundo con la alegría del Evangelio”.
¿Quién, en la Familia Salesiana, no ha experimentado el valor y la eficacia educativa de la fiesta? Una muestra es la representación del musical Don Bosco en nuestras plataformas educativas. La explosión de alegría y arte sobre los escenarios hace que los alumnos capten con claridad el mensaje del fundador.
María, la madre del Señor, que compartió la alegría del Magníficat con todas las generaciones, seguro que espera ver a la familia salesiana rica de alegría y atenta siempre a las nuevas oportunidades para el anuncio del evangelio.
Carme Canadell
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