No mires atrás, no hagas como Edith, la mujer de Lot, que quedó convertida en estatua de sal cuando huía de la destrucción de Sodoma. No mires atrás, no te comportes como ese ciclista sin fuerzas que busca las distancias con el pelotón que le persigue para rendirse en su intento de lograr la victoria. No mires atrás, no seas tan estúpido como las víctimas del asesino en las películas de terror. No mires atrás.
El camino se anda hacía adelante, y cuando uno no puede correr continúa andando hasta la meta, y si tampoco tiene fuerzas para andar gatea, e, incluso extenuado, se arrastrará porque al final está el ansiado objetivo. La vida es un camino, no un paseo. Un camino en el que vamos notando el cansancio, en el que encontraremos manos amigas que nos acompañarán al andar, que nos ayudarán a lograr nuestras metas, que nos advertirán de los peligros… En nuestro caminar también encontraremos lugares intransitables que habrá que rodear, personas que nos invitarán a descansar, a tomar un trago de vino con ellas, otras, normalmente muy seguras de sí mismas, nos invitarán a seguir sus pasos haciéndonos perder de vista nuestra meta. Pero en la vida no podemos volver atrás, como dice Antonio Machado:
“Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar”.
Volver la vista atrás significa, la mayoría de las veces, lamentarse por no haber cogido aquel otro sendero que se intuía más llano mientras nosotros nos encontramos escalando una rocosa montaña. Volver la vista atrás significa preguntarse qué sería de mí si hubiera hecho aquello en vez de esto otro. Volver la vista atrás significa vivir el ayer despreciando el hoy y temiendo al mañana. Todos los que decidimos emprender el maravilloso camino de la vida sabemos que las cosas importantes siempre viajan con nosotros en nuestra mochila, los recuerdos, las preocupaciones, lo aprendido…
Llega junio y los estudiantes mirarán atrás lamentándose de no haber comenzado a estudiar antes, de todo el tiempo perdido. El fracaso acecha por una mala planificación, sin embargo, de nada vale lamentarse, los libros y los apuntes están sobre la mesa y el destino en sus manos. Mirar hacia el futuro, estudiar hoy con vistas al examen de mañana les ayudará a conseguir el éxito mucho más que los lloros. ¿De qué vale el arrepentimiento sin propósito de enmienda? Sin embargo, hay quien no puede evitar mirar atrás aunque no cargue en su mochila ningún arrepentimiento, aunque no pueda encontrar ninguna culpa para verse en la agobiante situación en la que se encuentra. Concretamente, más de 35 millones de personas no pueden evitar volver la vista atrás sin derramar lágrimas, 35 millones de personas que viven bajo la condición de desplazados o refugiados. Personas cuyo caminar por la vida se convirtió en una huida, en huir de la tragedia, de la catástrofe, de la violencia… Guerras, terremotos, inundaciones, tsunamis… Dejando atrás su vida, su casa, su trabajo, sus enseres personales, sus animales y, en muchos casos a sus familias, para emprender una carrera por la vida, por salvar su vida.
35 millones de personas que, muy a su pesar, descubrieron que la vida podía ser diferente a todo aquello que ya conocían, a aquella vida que, pese a estar marcada por la pobreza y las privaciones, era suya, con su familia, sus seres queridos, una vida en la que ellos marcaban el ritmo del caminar. Por ello, los misioneros salesianos se hacen presentes entre los refugiados, viven con ellos en los campos como en el caso de Kakuma, Kenya, u ofrecen sus casas y centros como lugar seguro frente a la tragedía como en Sudán, R.D. Congo, República Centroafricana, Costa de Marfil… En otros casos, el trabajo salesiano consiste en dignificar la vida de esos refugiados que son conscientes de que jamás volverán a su tierra, como en el caso de las escuelas donde acuden los refugiados afganos en Pakistán. Un trabajo que no puede permitirse mirar hacia atrás porque hay que construir juntos el futuro de millones de personas, un mejor futuro. Un trabajo que va desde la ayuda de emergencia a la cualificación profesional pasando por la vuelta de los niños, los que más sufren a la escuela. Desde Misiones Salesianas miramos al futuro y tú ¿vas a mirar atrás?
Lorenzo Herrero
No hay Comentarios