Las antiguas tradiciones religiosas y éticas de la humanidad nos han legado un precepto básico: ¡no matarás! En positivo significa: ¡respeta la vida! La vida es siempre un bien para la persona; un don y regalo de Dios. Es la condición indispensable para la existencia y para los demás bienes. Por ello, toda vida humana es inviolable y debe ser respetada. Todo ser humano tiene derecho a la vida; y nadie puede suprimir la vida de otra persona, maltratarla o lesionarla.
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