Caso 3. El profesor observa el recreo. Los niños juegan al fútbol en el patio, las niñas están agrupadas en los soportales jugando a la goma y los tres marroquíes charlando juntos. El profesor piensa “Hoy parece que no hay conflictos”. El profesor esta cometiendo varios errores. 1. Si hay conflictos, hay una separación por razas (los chicos marroquíes están a parte) y por sexos (los chicos acaparan el patio dejando a las chicas solo un trozo). Si no intervenimos, es fácil, que con el tiempo degenere en violencia (especialmente el de cariz racista). Por ello necesitamos ¡sacar los conflictos de debajo de la alfombra! 2. El profesor se alegra de que no existan conflictos. Confunde el conflicto con la pelea que es sólo uno de los muchos modos de afrontar el conflicto. Siempre que haya una situación donde las personas quieren cosas incompatibles hay conflicto. Es incompatible querer una sociedad no sexista o racista y la separación observada en el patio. Es imposible vivir sin conflictos, en la vida siempre habrá personas que desean cosas incompatibles con las que queremos nosotros y debemos afrontar esa situación (hablando, negociando, mediando…). Más aún, cuando a un niño le resolvemos todos sus conflictos, (intervenimos en cualquier discusión con compañeros, le ayudamos a hacer todo aquello que tarde en resolver…) le convertimos en inmaduro. Por ello, el conflicto en la infancia es una oportunidad educativa, una oportunidad para prepararnos para enfrentarnos a las situaciones que nos traerá la vida adulta.
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