Queridos amigos: Lo primero que quiero hacer, de todo corazón, es desearos un año 2006 muy feliz. Haciendo mías las palabras de una antiquísima fórmula de bendición, deseo que, en todos los días de este año que acabamos de comenzar, Dios os bendiga, os sonría, se fije en cada uno de vosotros y os conceda la paz. Espero, además, que los “Reyes” hayan sido generosos con todos, especialmente con los niños, pero también con los adolescentes, jóvenes, mayores y ancianos, con todas nuestras familias. Es bueno mantener esta hermosa tradición de regalarnos cosas en la noche del 5 al 6 de enero. Se trata, en efecto, de una tradición que nos recuerda que los Magos regalaron muchas cosas a Jesús. Pero sobre todo que Jesús le regaló mucho más a ellos; y no precisamente cosas que pasen de moda; les regaló luz; se regaló a Sí mismo, la Luz del Mundo. Quiere decir que los Magos volvieron a su tierra iluminados, parecían estrellas, y se convirtieron en testigos de la Luz. ¿Nos pasa lo mismo a nosotros después de haber celebrado la Navidad? Seguro que sí. Eso significa que cada uno en su familia y ambiente se va a esforzar por ofrecer la luz de Cristo de la que él goza. Pero el mes de enero, amigos, no sólo nos recuerda que ha comenzado un nuevo año o que han venido los “Reyes Magos cargaditos de regalos”. Para la Familia Salesiana se trata también de un mes del año especialmente querido y significativo. En efecto, celebramos la memoria de los beatos don Luis Variara, salesiano y fundador, la joven alumna de las Salesianas Laura Vicuña y don Bronislao Markiewicz, el fundador de otro grupo perteneciente a la Familia Salesiana: los Micaelitas, cuya memoria litúrgica celebramos por primera vez. Por supuesto que, también, hacemos memoria de san Francisco de Sales. Pero, sobre todo, es la figura de don Bosco la que hace que este mes sea tan querido por todos nosotros. Al “padre y maestro de la juventud”, san Juan Bosco, verás también que le dedicamos el tema central del Boletín Salesiano de este primer mes del año 2006. No dejes de leerlo. Te gustará y te ayudará. En unos tiempos tan difíciles para nuestra misión de educadores y evangelizadores de los jóvenes; en unas circunstancias sociales y culturales tan complejas como las que nos han tocado vivir, nos viene bien mirar a don Bosco y dejar que su mirada se cruce con la nuestra para saber cómo hay que encararlas. Efectivamente, amigos, en esta etapa de la historia que estamos viviendo –que, ciertamente, no es mejor ni peor que otras-, hace falta tener mucha confianza en Dios, optimismo vital, realismo y serenidad de ánimo al afrontar los problemas e idealismo y osadía para responder adecuadamente a las necesidades de los jóvenes de hoy, que siguen siendo muchas. Sobre todo hace falta tener mucha confianza en Dios y en los jóvenes. ¿Y no fue ésta, precisamente, la única razón de la existencia de don Bosco? Así es, amigos. Por eso es conveniente mirar siempre a don Bosco y, como el Rector Mayor ante su cuerpo, en Turín, el pasado mes de noviembre, decirle que deseamos tener su mente para poder mirar el mundo de los jóvenes de hoy tal como lo vio él; que queremos tener su corazón para encontrar respuesta a las necesidades de los jóvenes de hoy; sus manos para hacer realidad los sueños; sus pies para ir por los caminos del mundo a buscar a los jóvenes. ¡Feliz fiesta de don Bosco! Con mi afecto y oración.
Pablo Marín Director
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