“La persistencia de la pobreza y la desigualdad en el mundo de hoy no se puede justificar. Pese a los esfuerzos realizados durante décadas, la brecha entre ricos y pobres sigue aumentando. Hoy, más de 3.000 millones de personas carecen de una vida digna a causa de la pobreza. Hambre, SIDA, analfabetismo, discriminación de mujeres y niñas, depredación de la naturaleza, (…) por la falta de equidad en la distribución de la riqueza a nivel internacional… son las diferentes caras de un mismo problema: la situación de injusticia que sufre la mayor parte de la población mundial”. Así comenzaba el manifiesto firmado con motivo de la campaña “POBREZA CERO”.La campaña que Manos Unidas ha abierto este año 2007 con el lema “Tú sabes leer, ellos no. Podemos cambiarlo” nos recuerda que “hay más de 130 millones de niños en edad escolar primaria que, al no poder asistir a la escuela, se ven privados de ejercer ese derecho humano. Hay muchas razones que se lo impiden, pero, en la mayoría de los casos se trata de niños de hogares pobres (…) Siempre se ha visto la innegable relación entre pobreza y asistencia a la escuela”. “Hay que decir -sigue recordándonos Manos Unidas- que la finalidad y el sentido de la educación es el hombre mismo que se desarrolla, se perfecciona y se convierte así en protagonista de su propio desarrollo y del desarrollo de los demás. Porque el hombre tiene el derecho y el deber de desarrollarse como persona en todas las facetas de su vida personal y social”. Y de una manera explícita nos cita a Pablo VI: “la educación básica es el primer objetivo de un plan de desarrollo, porque el hambre de cultura no es menos deprimente que el hambre de alimentos. Un analfabeto es un espíritu subalimentado” (PP.35)
Manolo Barco
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