Lo que más encanto le da a Sor María Romero Meneses, hija de María Auxiliadora, es que se le nota mucho que es de Nicaragua, se le nota mucho que su padre fue ministro de Hacienda, no tanto de la Nicaragua de Zelaya, dictador y aprovechado, sino de la Nicaragua cotidiana, sin color local, con barrios de chicos desnutridos y débiles en la ciudad de Granada donde nació, el 13 de enero de 1902, casuchas de una felicidad en voz baja y rinconeras de enfermedad escondida que no se atreve a decir su nombre.- Hagamos el bien, siempre, -le dice su padre un buen día- si esperamos a hacerlo cuando todo va bien, no lo haremos nunca, hija.María Romero Meneses, el mayor respeto que se le puede presentar a esta mujer es no hacerla insignia de nada –rica, culta, guapa- sino dejarla en lo que ella quiere, en esa gracia discreta de salesiana intrépida, destinada a San José de Costa Rica con 29 años y donde va a pasar 48 años más, hasta su muerte, en los Oratorios, fundados por ella –hasta 26- entre las chozas de la periferia. Sor María siempre supo poner la mejor de sus sutiles sonrisas cuando tuvo que disimular algún sentimiento escasamente gratificante. Más que nada porque Sor María Romero nunca fue mujer de discursos graves, de petulantes maneras o de elogios a trasmanta.Una madre les dice a sus catequistas: «Eso de Jesús está bien. Pero, ¿quién me da la leche para mis niños?».La Costa Rica que a ella le gusta, que no es la del turismo, claro, está, planchadita y callada, en el alma y en los Oratorios de Sor María, en sus ojos grandes, su sonrisa simpatía involuntaria y ese ir madurando lentamente, juvenilmente, rehén de la fe en Nuestro Señor y de la admiración de los sencillos y del «agua santa del grifo».La penúltima de 13 hermanos, con un deje que le pone sobresalto y gracia urgente a todo lo que dice, se tiene que enfrentar a los problemas de enfermos pobres que no tienen ni médicos ni medicinas. Sor María sueña con un dispensario, pero ¿qué hacer mientras tanto? Y se desahoga con la Virgen así: «Tú en Lourdes hiciste brotar un agua que cura. ¿Por qué esta preferencia por Lourdes? Todas las aguas del mundo son tuyas, también las de este grifo. Tú eres la Reina del mundo. Por eso, hazme este favor: haz que los enfermos se curen también con esta agua de aquí». Y el esplendor del personal misterio de Sor María con su «grifo de agua» empieza a curar enfermos de cuerpo y de alma, además de dar escuela, pan y catecismo a cerca de 5.000 muchachos. Pero, cuidado: Sor María Romero es mucho más interior que gestual. El alma le anda por dentro saltarina y suele asomarse con frecuencia a la clara luz de sus ojos.La muchacha de oro con la que 100 muchachos soñaron con casarse hizo voto de virginidad para siempre. Una mujer «genial», eso es lo que es ella, una mujer inteligente, trabajadora –hasta feminista, valga la expresión- que sin duda no encontraba su sitio como hija del rico ministro, o prefería perderlo.Francisco Rodríguez de Corolt;lt;/pgt;Sor María RomeroTiene la caridad tu nombre propio,Sor María Romero,con sabor tropical de sol y lluvia,Sor María Romero,como el amor de Dios sobre tu tierra,Sor María Romero.Tiene la caridad tu nombre propio.Tu Reina, sin saber cómo, poníasobre tu corazón sobres secretoscomo si fueran flores milagrosas,lluvia de amor para regar tus sueños.Y se oía en tus labios la ternuradel manantial divino de tu pechopara llegar al corazón del hombrecomo el beso de Dios desde tu cielo.Y sabías llorar con el que llora,reír con el que ríe y, en silencioderramar tus palabras en el almaque buscaba el amor de tu consuelo.Y sabías abrir el corazóny darlo sin partirlo, todo enterocomo quien da una flor, como quien dasus lágrimas, sus risas y sus besos…Y tenía el amor tu nombre propio,Sor María Romero,con sabor tropical de sol y lluvia,Sor María Romero,como gracia de Dios sobre tu tierra,Sor María Romero.Rafael Alfarolt;lt;/pgt;
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