En pleno verano de 1860 estalla el tifus por las colinas del Monferrato. El año anterior, la segunda guerra de la independencia ya se había llevado a algunos padres de familia. Ahora llega el tifus, que tiene su origen en uno de los pozos donde el agua se estanca y se pudre en verano, sembrando el terror por aquella zona. Hay una familia, la de los Mazzarello, que es una de las primeras en ser castigada. Primero el padre, luego la madre y finalmente todos los hijos. Y ahora qué. Y ahora es cuando viene María Mazzarello, cuya aventura ha consistido sencillamente en conquistar lo que está ahí, en asumir lo que se ve, calle o huerta, taller o iglesia, en descubrir lo obvio, y así es como da un suspiro y un paso atrás. Y se pregunta: – ¿Qué haré en la vida?. Aunque tocada por el tifus, superviviente, un día de 1861, le dice a su amiga Petronila, también Mazzarello de apellido:- Me he decidido a aprender el oficio de modista. Cuando lo sepa bien, abriré un taller y enseñaré a coser a las chicas pobres. ¿A ti te gustaría coser conmigo? Estaríamos juntas, viviríamos como en familia. Así es como se constituye en una asombrosa y genial obviedad. María y Petronila montan un taller de costura en el extremo del pueblo. Diez chicas van a aprender a coser. Claro que sabíamos que una puntada de costurera es algo literario, misterioso, prometedor, fértil. Mucho más cuando María añade: – Cada puntada, chicas, un acto de amor de Dios, ¡eh!. Era, pues, necesario, decirlo, escribirlo, atreverse a pronunciarlo. Y ahora qué. Lo cotidiano es misterioso. María Mazzarello se limita a poner en valor lo cotidiano respetando el aura de misterio, de epifanía pobre, que tiene la vida corriente. Lo dijo Novalis para siempre: Otorgar a lo cotidiano la dignidad de lo desconocido. Eso es lo que hace María Mazzarello, que debiera reclamar para sí el lema de Novalis. Y llega Don Bosco a Mornese. Y recomienda partir del propio cuerpo. Cuando nos hemos perdido en nuestras irrealidades interiores, lo salvador es abrir los ojos, mirar alrededor, atenerse a un taller, a un fogón, a unas sillas, a unas camas, a un poco de harina, y ya está. Hambrienta, ensoñada y esperanzada, María Mazzarello, coge el aire y el aura de Don Bosco –está conociendo una gloria universal- y nos devuelve al siglo XIX el nacimiento no sólo de un taller de costura, sino el del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. El 5 de agosto de 1872, las primeras Hijas reciben el hábito religioso y once de ellas pronuncian los primeros votos. Entre ellas está María Mazzarello. Don Bosco les dice: – Vosotras estáis tristes porque vuestros mismos parientes se vuelven las espaldas. No os duela ser maltratadas por el mundo. Sólo así seréis capaces de hacer un gran bien. Comportaos como consagradas a Dios: los ojos bajos, pero no la cabeza. Miles de chicas, miles de madres, cientos de colegios, son fabulosos en sí mismos, no porque se les sitúe de otra manera, sino porque la pátina de la mirada de miles de Hijas les ha ido dando la dorada mansedumbre del tiempo, del uso, de la vida.Francisco Rodríguez de Coro María MazzarelloMaría Mazzarello, ¿dónde vives?, ¿quién eres? ¡Dínoslo- Ven y verás…La casa era muy grande.Sin confines. Cabía el mundo entero.Y en seguida salió una multitudde jóvenes saltando de alegría.Te aclamaban, sus gritos en el cielo.Les decías su nombre y estallabansus risas, les decías al oídounas palabras mágicas, secretosa voces mixtas de oración y música…Cada puntada de la aguja seauna señal de amor a Dios… Subíasa la ventana de la Valponascay veían contigo hasta el espíritude Mornese, la paz de los viñedos,el cielo abierto y una iglesia humildedonde oías callados los latidosde tu Dios… Y se abría el horizontepoblado de sonrisas y de idiomasque pronunciaban la palabra amor…María Mazzarello, me han gustadotus cosas y tus casas.He comprendido su misterio. Me he hechoalumno de tus clases. He aprendidotus más bellas lecciones. Y he escuchadotu consejo penúltimo: Hazte santo,que no te va a dar tiempo… Y aquí estoyagradeciendo a Dios tu cercaníacomo la de tu hermano San Juan Bosco.Y alabaré al Señor por tu ternura,a veces escondida en tu humildad…Y gracias por haberte conocido,por saber dónde vives y quién eres.Rafael AlfaroMaría Mazzarello nació el 9 de mayo de 1837 en Mornese, pequeño pueblecito de la provincia de Alessandria (Italia). Se inscribe en la Pía Unión de María Inmaculada, fundada por el párroco del pueblo, don Pestarino en 1855. Con su amiga Petronila monta un pequeño taller de costura para enseñar a coser a las niñas más pobres. En 1864 llegó Don Bosco a Mornese, durante uno de los paseos otoñales con sus muchachos. Es el primer encuentro de los dos santos. En 1871 nacen las Hijas de María Auxiliadora, del grupo de jóvenes que en Mornese, con María Mazzarello a la cabeza, están viviendo ya una verdadera vida religiosa.
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