Nacido en Tarifa (Cádiz), antiguo alumno de las casas salesianas de Algeciras y de la Trinidad (Sevilla), Salesiano de Don Bosco desde 1977, misionero en África desde 1996.P.- El año pasado te encomendaron la animación de la inspectoría de África Tropical Ecuatorial, después de tu paso por la de África Francófona Occidental. ¿Qué supone esta nueva responsabilidad? R.- Supone cambiar de contexto geográfico y cultural, después de catorce años en África Occidental. La misión que se me ha encomendado consiste en la animación de la comunidad inspectorial que tiene su sede en Yaundé (Camerún) y que se extiende en seis países del África Central (Camerún, Centroáfrica, Congo, Chad, Gabón y Guinea Ecuatorial), con dieciocho casas salesianas que atienden a la juventud de estos países.P.- Son ya muchos años en África… ¿En qué momento apareció tu vocación misionera? R.- En la tanda de ejercicios espirituales en la que me preparé a la profesión perpetua (1983), la meditación sobre el voto de obediencia me llevó a considerar que no debería limitar mi trabajo salesiano a la geografía de la inspectoría de Sevilla, sino estar dispuesto a ofrecer mi presencia y colaboración donde las necesidades fuesen más acuciantes. Siguiendo el consejo del inspector escribí al Rector Mayor y tomó nota de mi disponibilidad.P.- Actualmente, ¿cuáles son las necesidades en África para la evangelización? R.- La necesidad principal es una formación consistente que ayude a los cristianos a vivir con fidelidad y entusiasmo la propia fe. Muchos participan cada año en los sacramentos de iniciación cristiana, y hemos de hacer todo cuanto esté a nuestro alcance para que todos vivan una experiencia de amistad con el Señor Jesús y de servicio a la comunidad cristiana. Nuestros hogares de acogida, oratorios, centros juveniles, escuelas y parroquias ofrecen itinerarios de formación. ¡En eso estamos!P.- ¿Cómo se pueden asociar los lectores del Boletín Salesiano a esa labor misionera? R.- Yo indicaría tres modalidades de colaboración: El apoyo de la oración, para que Dios inspire y sostenga con su gracia a quienes llevan adelante los proyectos de educación y evangelización en las obras misioneras; la presencia y colaboración directa, por medio de servicios específicos que contribuyan al desarrollo de algunos proyectos (la cantera del voluntariado laical está aún bastante inexplorada); la aportación económica, para sostener los servicios de atención a niños y jóvenes sin recursos.
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