Loving contraen matrimonio en Virginia en 1958.
Su matrimonio es interracial, Richard es blanco y Mildred, negra; por eso son arrestados, encarcelados y obligados a salir del estado durante 25 años para eludir la cárcel.
En ese exilio incomprensible se ven obligados a vivir en unas condiciones muy precarias ayudados por la solidaridad de personas buenas. Tienen tres hijos más y su matrimonio, a pesar de incomprensibles persecuciones por una ley injusta, cada día es más fuerte.
En medio de esta inexplicable y triste situación, unos jóvenes abogados blancos y varios amigos, blancos y negros, les ayudan a ganar la batalla legal que permita el amor entre dos personas que se quieren de verdad.
La película opta por la sobriedad, la sutileza y la contención para contar una historia repleta de valores humanos, apoyada en unos actores capaces de transmitir sentimientos sin ninguna estridencia.
Hay en “Loving” un elogio de la familia, del amor fiel capaz de entregarse generosamente y sin condiciones, cuidando el uno del otro; hay una defensa de la bondad humana, que se encuentra escondida en el corazón de las personas de todas las razas. Encontramos también una apología de la solidaridad y la no violencia… sorprende, pues, ver una colección de valores humanos explicados sin ningún rubor en tiempos en los que parece que esa defensa está trasnochada.
Cuando el joven abogado le pregunta al esposo qué quiere que diga en su defensa al Tribunal Supremo, Richard responde: “Diga usted al juez que amo a mi mujer”. No hay más, no hay una respuesta más grande, hermosa y sabia ante una sociedad empeñada en censurar el amor.
Heredera de los grandes clásicos, en “Loving” nos encontramos ante una película delicada, sencilla, humilde, humana… y nos encontramos con un muy, pero que muy buen cine.
Josan Montull
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