Fue el 24 de abril de 1905 cuando los salesianos trasladaron a Mataró un modesto bachillerato que mantenían en Barcelona y que, según ellos, debía ser como un seminario menor donde los alumnos se prepararan para entrar en el noviciado. Los fundadores;/strong> La nueva fundación se debía al matrimonio formado por don Antonio Cuyàs y Sampere y doña María Sagarra y Puig. Se habían casado en 1887. El señor era un anciano de 85 años, pero aún se sentían con fuerzas para poner en marcha un proyecto muy querido por él: una escuela de Artes y Oficios para los niños pobres de su ciudad natal, Mataró. Había pasado largos años en Sudamérica, por tierras de Argentina y Uruguay, haciendo un poco de todo, incluso de corsario, al servicio del gobierno argentino. Volvió a España en 1862. No tenía hijos y su mujer estaba enferma desde hacía mucho tiempo. Pensaba pasar la última etapa de la vida retirado en su pueblo y haciendo el bien que pudiera hacer. Y es que Cuyàs, el americano enriquecido, siempre había sido un hombre sensato, comedido, discreto, patriota y amante de la cultura. Al quedar viudo, se casó con la mencionada María Sagarra (1887), que poseía un terreno a las afueras de Mataró, en el paraje conocido por Molí de Vent ( Molino de Viento), junto a la carretera que lleva de esta localidad a Granollers, pasando por Argentona. Fue el lugar escogido por Cuyàs para su futura fundación. Por aquel entonces (1880) Mataró, a unos 30 kilómetros de Barcelona sobre la costa mediterránea, tenía una población de casi 20.000 habitantes, que se dedicaban a la industria textil y a la agricultura. Desde 1848 tenían la suerte de estar bien comunicados con la capital por medio del ferrocarril, el primero que funcionó en la Península. La inauguración;/strong> No es fácil establecer cuándo y de qué modo el matrimonio Cuyàs-Sagarra llegó a saber de los Salesianos. Lo cierto es que en 1889 llamaba al superior de los Talleres Salesianos, denominación que solía darse a la Escuela de Artes y Oficios que los salesianos habían abierto en Barcelona-Sarrià cinco años antes. Don Juan Bautista Branda aceptó complacido el ofrecimiento, y también su sucesor, el padre don Felipe Rinaldi. Mientras tanto, en Mataró comenzaban a subir las paredes del nuevo edificio. En 1890 fallecía el señor Cuyàs. Su esposa estaba decidida a proseguir en el camino iniciado, pero no consiguió que las obras avanzaran a buen ritmo. Murió en 1901. El año anterior había otorgado su último testamento y nombrado a los albaceas y herederos de confianza: éstos debían realizar el proyecto según las instrucciones que les daba. Albaceas y salesianos firmaron los acuerdos definitivos: los salesianos establecerían en Mataró un internado con estudios de segunda enseñanza y aceptarían en sus escuelas profesionales de Sarriá aquellos muchachos que, deseosos de cursar la formación profesional, fueran presentados por los albaceas. A las 8,45 del día 24 de abril de 1905, lunes de Pascua, llegaron los salesianos a la antigua estación de tren, de Mataró. Autoridades y vecinos fueron al lugar donde se levantaba el colegio. Una vez allí, el obispo auxiliar de la diócesis, doctor Ricardo Cortès i Cullell, bendijo la parte construida y, después de la misa solemne, los albaceas hicieron a los salesianos la entrega del establecimiento. Así quedó inaugurado el colegio salesiano de San Antonio de Padua que, a la vuelta de pocos años, debía convertirse en uno de los bachilleratos más importantes de la España Salesiana (junto a los de Utrera y Salamanca) y, tal vez, el mejor de la provincia de Barcelona. Cien años después;/strong> El 24 de abril pasado, se reunió la familia salesiana para comenzar las celebraciones del centenario. A las 10 se celebró la misa, que, cuidadosamente preparada, presidió el inspector de Barcelona, Joan Codina i Giol. A continuación tuvo lugar la velada, que los profesores Silvia de Gea y Pedro Tresserras animaron con inteligencia y fino sentido de familia. Un busto de don Bosco presidía el salón de actos y el escenario. En la primera parte se repartieron los premios Sant Jordi, correspondientes a los Juegos Florales del décimo Certamen Literario que organizaba el colegio. Intervinieron, entre otros, Manuel Cuyàs, descendiente de la familia que, según queda explicado, hizo posible la fundación salesiana; Pedro Raurich, presidente de la Asociación de Madres y Padres de los Alumnos; José Comas, concejal de Educación; Oriol Bautista, concejal de Bienestar Social; Luis Juvinyà, antiguo alumno y rapsoda; Segimon García, vicario episcopal, y el director titular del colegio, el salesiano Juan Camps. Subió también al escenario el señor Jaime Patuel, conocido psicólogo de Mataró, alumno y ex profesor del colegio, y que precisamente con motivo del centenario ha publicado un librito con el título Pedagogia i Espiritualitat. Apunts sobre el Sistema Educatiu Salesià (Pedagogía y Espiritualidad. Apuntes sobre el Sistema Educativo Salesiano). Toda la segunda parte fue para las intervenciones musicales de la coral Primavera per la Pau (Primavera por la Paz), cuyos orígenes nacieron en el ámbito salesiano. El concierto, dirigido por Ginés Mayola, gustó enormemente, no sólo por la profesionalidad que ha conseguido el grupo, sino también por el mensaje de paz y solidaridad que hizo resonar en el salón de actos, repleto de alumnos y familiares. El almuerzo fue servido en uno los patios interiores cuando un sol tibio rompía la niebla y alegraba los corazones de todos. Fue el broche de oro que cerró esta efeméride, inicio de las celebraciones centenarias del colegio salesiano de Mataró.
Ramón Alberdi
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