“La única celebración básica familiar de cierto carácter religioso es la Navidad. Son fiestas que se unen directamente a lo “familiar”, incluso en la iconografía y el marketing comercial. En ellos se une lo familiar, lo religioso y lo secular… Lo jóvenes señalan las fiestas de Navidad como una práctica o costumbre religiosa que se celebra en su familia. Hay que hacer notar, sin embargo, que casi la mitad (45%) de los jóvenes no consideran el carácter religioso-familiar de estas fiestas navideñas, aunque muy probablemente las celebren también en familia” (Fundación Santa María, Jóvenes 2000 y religión, SM, Madrid 2004, 132-133). La celebración de la Navidad es importante. Lo que celebramos y la manera de celebrar en familia queda grabado para siempre en los miembros más jóvenes y… en todos. Los datos de la encuesta Jóvenes 2000 y Religión así lo reflejan. La celebración de la Navidad deja un poso religioso, aunque con el tiempo esté difuminado, recortado y no se perciba con nitidez lo específico cristiano. No sabemos las vueltas que dará la vida. No sabemos lo que seremos, lo que serán. Pero sabemos que sembramos en y con lo que celebramos.

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