El 27 de septiembre se presentó el documento “Una Educación de Calidad para Todos y entre Todos”. La impresión general que provoca dicho documento es la de una vuelta atrás en el tiempo y una puesta en papel de toda una concepción ideológica e ideologizada de la persona y del proceso educativo. Los centros educativos concertados, tienen razones más que suficientes para sentirse preocupados con la actual política educativa. No hay una sola referencia en todo el documento a la educación concertada, excepto cuando se trata de escolarizar a la población inmigrante, algo que, en la actualidad, ya está haciendo en el porcentaje que le corresponde de atención a esta población. Mucho nos tememos que en los próximos años, será muy difícil lograr la concertación de la Educación Infantil, o la homologación del profesorado, o el reconocimiento de una necesaria, justa y adecuada financiación de este tipo de centros, que, no olvidemos, cumplen una función social imprescindible recogida en la Constitución, permiten a los padres poder elegir centros distintos de los creados por los poderes públicos y garantizan la educación moral y religiosa que los padres desean para sus hijos. Y qué decir del proceso de “devaluación” de la asignatura de Religión. Lo creyentes no podemos callar ante lo que “vemos y oímos”. Tenemos un gran patrimonio educativo y una tradición histórica que no podemos tirar a la basura por la intolerancia de algunos sectores. Los niños y niñas que van a nuestros centros, reciben una educación de calidad de la que, en ningún caso debemos avergonzarnos. Y si no, que publiquen el número de solicitudes que tenemos que rechazar cada año porque no tenemos más plazas.
No hay Comentarios