En Navidad celebramos también la presencia de Dios entre nosotros. No nos es más difícil ni más fácil descubrir a Dios en nuestro mundo que a los pastores reconocerle en Belén. Dios está a nuestro lado siempre “oculto” en apariencias, en “pañales humanos”. Tenemos que descubrir a Dios en la trama de la vida, en la vida de los hombres y mujeres de hoy. Las apariencias humanas encubren y sostienen siempre el misterio de Dios. Desde la primera Navidad, para descubrir a Dios hace falta mirar mucho a las demás personas y verle o contemplarle en ellas. Una mirada superficial puede pasar por alto la presencia de Dios en el corazón de la Historia, en el corazón de cada persona, en el corazón de lo que acontece. En lo más humano está Dios y en el corazón de Dios está también el corazón del hombre. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. No hay verdadero humanismo que no nos ponga a las puertas del Dios vivo. Ni hay verdadera divinización (espiritualidad) de las personas que no dé prioridad al hombre.

No hay Comentarios