En estos tiempos que vivimos los títulos tienen mucha importancia. Todo el mundo quiere estudiar y obtener un título. Y así, la gente intenta atesorar títulos y más títulos que luego se esgrimen para dar a conocer el valor del que los ha conseguido. Los candidatos a las diversas alcaldías de nuestro país esgrimen estos días sus títulos, certificados, licenciaturas, másteres, doctorados y diplomas para acreditar su talento. Hay quien dice “Hoy sin un título no se puede hacer nada”, y así los jóvenes y los menos jóvenes se afanan en la búsqueda, a través del estudio, de esos títulos que a uno le supongan una cierta garantía de futuro. Chicos tituladosEn el mundo de los chavales ocurre con una cierta frecuencia que los títulos se convierten en un trofeo que los padres quieren esgrimir para cantar las excelencias de los hijos. Nos encontramos de este modo con niños y niñas que, en cuanto acaban el colegio, salen corriendo a hacer idiomas, luego entrenan con su equipo, corren después a dibujo que lo alternan, eso sí, día sí día no con solfeo y música…van de lado los críos para tener más y más títulos. El mundo escolar queda entonces desvaído y menospreciado, al fin y al cabo lo que es enseñanza obligatoria lo hace todo el mundo, el título que de verdad vale -piensan algunos padres- es aquel no obligatorio, el que está al alcance de unos pocos. Como para estar a la altura de las circunstancias, la actual ley de educación ha incluido el verbo titular para expresar que uno ha acabado sus estudios obligatorios. Ya no se aprueba la ESO…se titula. Son los niños titulados, los jóvenes sin tiempo, los hijos obligados a sacrificar su vida en familia para rendir culto al mundo del certificado, del papel, del título en fin. Pero hay algo más, en algunos ambientes no sólo importa el título sino el lugar dónde se ha conseguido. Y así vemos cómo se afirma que no es lo mismo obtener un título en la universidad tal o en la universidad cual…. alguna universidad con solera, nombre y pedigrí tienen en sus títulos universitarios un mayor prestigio. En tal caso ya no importa sólo el título que uno haya conseguido, sino la universidad en donde se ha graduado.Y no hablemos del extranjero. Cuando un título se consigue en Inglaterra o en Estados Unidos la calidad del mismo se revaloriza en nuestro país y el poseedor de tal distinción es honrado en muchos de esos ambientes en los que se valora la universidad más que la titulación. El mejor títuloMaría de Nazaret tiene mucho títulos: Perpetuo Socorro, Intercesora, Reina, Pilar, Auxiliadora…pero uno destaca por encima de todos, el de Madre. Sí, María es Madre. La graduación en este título se la dio su hijo, Jesús. Y el lugar donde se graduó fue el Gólgota, al pie de una cruz, la de su Hijo. Allí, y en una tarde terrible para la humanidad, desde la cruz se pronunciaron unas palabras que revolucionaron la Historia: “Mujer, he ahí a tu hijo, hijo he ahí a tu madre”. El Calvario se convertía en una improvisada universidad donde se iba a dar el título por antonomasia, el de madre; título trabajado y cursado desde el silencio y el compromiso durante más de 30 años al servicio del Dios del Amor.Por eso, amar a María Madre supone hacer una apuesta por todos aquellos crucificados de nuestra historia, por todos los hijos de la Virgen -nuestros hermanos- que tienen más necesidad de afecto y de justicia. Madre de la Humanidad; eso sí que es un título, eso sí deja huella en la Historia; ese certificado sí que no queda, como la mayoría de los nuestros, en mero papel mojado.
Josan Montull
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