Las lentejuelas de Dios
Año: 2017. País: España. Guion y dirección: Javier Ambrossi, Javier Calvo. Intérpretes: Macarena García, Belén Cuesta, Anna Castillo, Secun de la Rosa, María Isabel Díaz, Gracia Olayo, Richard Collins-Moore, Esti Quesada. Guión: Javier Ambrossi, Javier Calvo. Música: Leiva.
Inspirada en una obra teatral de gran éxito, ha llegado a las pantallas La llamada, dirigida y protagonizada por los mismos autores y actores del espectáculo.
María (Macarena García) y Susana (Anna Castillo) son dos adolescentes de 17 años que pasan su verano en el Campamento cristiano “La brújula” al que van desde pequeñas. De carácter indómito y con una vocación musical transgresora, se escapan del Campamento para ir a un concierto y son castigadas a quedarse el fin de semana en el Campamento vigiladas estrechamente por la inocente hermana Milagros (Belén Cuesta) y la nueva superiora, sor Bernarda (Gracia Olayo), que ha llegado para imponer el orden. Pero todo cambia el día en que el mismísimo Dios se le aparece a María.
Tan descabellado argumento bien podría presentarse como un film irreverente, cutre y destinado al escándalo. Lejos de esto, nos encontramos ante un film fresco, divertido, alocado y simpático que lleva a la risa desde sus primeros minutos. El film es, ante todo, respetuoso con todo lo religioso y nos descubre que las monjas, las chicas rebeldes, la cocinera sedienta de amor y todos los seres humanos tenemos mucho en común.
La aparición de Dios (Richard Collins-Moore) es sorprendente. Ataviado con traje de lentejuelas, baja de una escalinata celestial cantando canciones de Whitney Houston. Es un Dios que canta, que se ríe de oraciones que no salen del corazón, que no juzga… y que llama.
Ante esta llamada que Dios hace a una persona, las demás se sienten interpeladas, no juzgan y se esfuerzan por comprender. A medida que se acercan a ese Misterio irán también cambiando ellas mismas para ser más sinceras y mejores.
Pero si algo es sobresaliente en el film es la interpretación de las cuatro protagonistas que se dejan la vida en el papel. Están en estado de gracia interpretativa y literalmente “se salen”. Qué capacidad para hacer reír, qué dominio del gesto, de la contención y de la estridencia; qué forma tan hermosa y vital de mostrar la vulnerabilidad de personas llamadas a cambiar y a sincerarse consigo mismas. Un absoluto derroche de talento.
“La llamada” no es una película profunda, ni mucho menos, religiosa, pero cómo se agradece la presentación de unas monjas humanas y buena gente, que maravilla que el trasfondo religioso que podamos encontrar esté tratado con respeto y simpatía.
“La llamada” es una comedia musical estupenda, un canto a la alegría, el desenfado y la amistad… una llamada, en definitiva, a ser mejores personas.
Josan Montull
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