Don Bosco y el espíritu de familia
Raúl es sudamericano y ha pasado varios años con nosotros. Hoy no es el mismo que llegó a casa una tarde de agosto con un calor insoportable en las calles de Sevilla. Cuando miramos juntos hacia atrás nos damos cuenta de cuánto ha madurado, de cuántos pasos hemos dado y de cuántas oportunidades vividas plenamente hasta el punto, como dice él, de haberle cambiado la vida.
Cuando le pregunto por las cosas que más valora de su experiencia, la respuesta es múltiple. Pero entre ellas, siempre pone el énfasis en que se ha sentido en casa, en familia, querido y valorado, aceptado así como es, con salesianos que han generado confianza en su corazón y le han acompañado con discreción y buen hacer.
Durante estos años he experimentado con claridad que un ambiente positivo, un clima de familia y adultos de referencia que generan confianza son el mejor punto de partida de una propuesta educativa para jóvenes heridos y en situación de vulnerabilidad. Don Bosco nos ha legado un valioso tesoro en el espíritu de familia. Los ambientes salesianos han aprendido de Valdocco esta familiaridad que genera confianza y abre los corazones; de una presencia educativa cercana y respetuosa que acompaña y libera las fuerzas interiores de los jóvenes; de una palabra buena que en el momento justo sana heridas, reconcilia, abre nuevas posibilidades y aviva la esperanza.
Estos días me he topado con un escrito que Don Bosco escribe en 1878 al ministro Crespi para ofrecerle la posibilidad de reutilizar algunos edificios vacíos de la ciudad de Turín como internados y hospicios para jóvenes en peligro y aplicar con ellos el Sistema Preventivo. Un documento mucho menos conocido que el opúsculo sobre el Sistema Preventivo de 1877 y que lleva el mismo título, pero con un añadido significativo: “El Sistema Preventivo en la educación de la juventud en peligro”. Mientras que el escrito de 1877 es más pedagógico, en este Don Bosco pone el acento en la transformación social y en la convicción de que el Sistema Preventivo es eficaz para la educación de los chicos en situación de riesgo y exclusión social. En su propuesta, la cercanía del educador, el afecto sincero y el espíritu de familia ocupan un lugar central. No es anecdótico el añadido “en peligro” en el título del opúsculo dirigido al ministro. Son los chicos más vulnerables los que mejor saben acoger la propuesta de Don Bosco. Con ellos se fajó nuestro padre y junto a ellos generó una experiencia única. El Sistema Preventivo, plasmado en Valdocco, sigue siendo hoy un referente inspirador para todos nuestros ambientes, especialmente en el acompañamiento de jóvenes en riesgo de exclusión social. Aquellos que Don Bosco llamaba “pericolanti”.
José Miguel Núñez
Pie de foto: Para Don Bosco, la confianza es la llave que abre los corazones.
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