“Estaba deseando llegar” -comenta Rafa que, cargando con su mochila se dirige a las habitaciones dispuestas en Martí-Codolar (Barcelona)-. “¡Cuánto he deseado que llegara este momento! Llevo preparándolo mucho tiempo y, por fin, estoy aquí”. El Campobosco no ha hecho más que empezar. Los autobuses han ido llegando desde los diversos puntos de España y Portugal. Reina un ambiente de alegría y expectación. De fondo, dando la bienvenida suena el himno “Porque vuestro sueño…o…, nos da vida..a…” Cada mañana animadores y guías se reúnen. Su papel es muy importante en el desarrollo de cada jornada de Campobosco. Al salir de una de estas reuniones de animadores, María, que ya ha participado en otro Campobosco y ahora viene como animadora, comenta: “Los animadores y guías acompañamos a los grupos procurando que el sentido de cada día sea captado por cada uno de los participantes. Cada lugar recuerda alguna experiencia importante en la vida de Don Bosco y Maín, suscita interrogantes, mueven a la oración… Nuestro papel es ayudar a superar el riesgo de pasar por estos lugares como turistas, de manera superficial. Espontáneamente hemos acuñado esta expresión: “no fotografíes, vívelo”. Soñando con MaínYa ha anochecido. Volvemos de Mornese. Entablo una bonita conversación con Ricardo, un joven animador de oratorio, que confiesa conocer bastante de la vida de Don Bosco: “He leído la Vida de Don Bosco escrita por Teresio Bosco y ahora he empezado las Memorias del Oratorio. Estoy deseando poder contemplar esos lugares de los que he leído tantas cosas. Pero este día he descubierto a Maín. Me ha gustado mucho la presentación de los siete símbolos de sus actitudes más significativas. La azada como símbolo del trabajo y el esfuerzo diario; la ventana como la oración y el diálogo continuo con Dios; las botas para caminar; las manos como señal de disponibilidad y servicio; los prismáticos para mirar hacia nuevos horizontes, y por último, aguja e hilo que representaban no sólo la primera profesión de Madre Mazzarello sino el cariño con que Maín hacía su trabajo; daba puntadas de amor en cada tela que cosía, en cada chica que enseñaba en el taller”. Soñando con Don BoscoLa gran meta Valdocco (Turín). Allí nos espera Don Bosco. Un fuerte aplauso surge espontáneo al divisar por primera vez la cúpula de la basílica de María Auxiliadora. Pedro, uno de los participantes, está impresionado. No ha podido contener las lágrimas de emoción al entrar en ella y contemplar el impresionante cuadro de la Virgen y el cuerpo de Don Bosco. Durante el día ha estado muchos momentos, en silencio, orando ante el cuadro y en la capillita que hay detrás del altar de Don Bosco. Coincido con él. Al salir, el patio es una fiesta, Pedro comparte conmigo cómo ha vivido el encuentro con el Rector Mayor: “Me he sentido acogido –hasta he podido hablar a solas con él, ha sido una pasada- y nos ha respondido a todas las cuestiones que le hemos planteado. Me ha llamado la atención que todas las respuestas que ha ido dando han girado en torno a una clave: la necesidad de que los jóvenes encuentren su vocación y que pongan el corazón en ella. Para don Pascual los jóvenes tenemos que descubrir la vocación en nuestra vida; no podemos dejar que nuestra existencia sea un suceder de acontecimientos. La vocación es la construcción de nuestros sueños, es dejar que Dios entre en nuestras vidas y si lo hacemos no nos defraudará. Para ello debemos dejar que nuestras energías nazcan del corazón, y esto nos permitirá optar por decisiones valientes, como ser Salesiano, Hija de María Auxiliadora o Salesiano Cooperador”. El Colle Don Bosco, donde volvemos al final de cada jornada, le dedicamos un día completo, tranquilo, reposado. Recorremos los lugares que vieron nacer la espiritualidad juvenil salesiana. Por la mañana, visitamos la casita, donde se fraguó el espíritu de familia de todas las casas salesianas; el prado del sueño de los nueve años que tuvo Juanito; el templo, iglesia que acoge a todos los jóvenes que peregrinan al Colle y que preside una imagen de Cristo Resucitado, y la cripta, lugar donde estuvo ubicada la casa donde nació Juan Bosco. Por la tarde la celebración del sacramento de la Reconciliación: “Esta tarde me he sentido abrazada por Jesús resucitado –comenta Ana al terminar la celebración-, estoy muy contenta y quisiera no dejar de caminar nunca por el camino de la luz al que me invita Jesús. Siento que él me acompaña y quisiera, como los discípulos de Emaús, poderlo compartir con otros”.Alejandro, que se está pensando lo de ser salesiano, vuelve de Chieri, lugar donde pasó el joven Juan Bosco diez años, tocado por lo que allí ha vivido al recordar esta etapa de juventud, fundamental en la vida de Don Bosco. Se me acerca y me dice: “O sea que trabajo, estudio y mucha constancia, la oración y los sacramentos y dejarse acompañar por un buen guía espiritual son la clave del discernimiento vocacional”. ¿Quién te ha dicho eso? Le pregunté. Me respondió: Me lo ha dicho hoy, en Chieri, el joven Bosco.Casi sin darnos cuenta, llegamos al final. De vuelta, en Barcelona, vienen a despedirse Rosa y Jorge: “¡Gracias! ¡Gracias por todo lo que hemos vivido! ¡Gracias a quienes lo han preparado! ¡Gracias por Don Bosco y Maín!”.
Juan Carlos Pérez Godoy
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