José Buzzetti es uno de los personajes más simpáticos de los primeros años del Oratorio. Fue uno de los primeros chicos de Don Bosco. Contaba él mismo como encontró al buen padre, después de que el santo descubriera durmiendo a su hermano Carlos, en los escalones del altar de la Iglesia de San Francisco, durante el sermón de las vísperas de la solemnidad de la Inmaculada de 1841. Don Bosco lo invitó a venir al domingo siguiente con sus amigos.
José Buzzetti encontró a Don Bosco y quedó literalmente “enganchado” al buen sacerdote. Tras él recorrió el éxodo con el incipiente Oratorio: la Iglesia de San Francisco, la capilla de San Martín junto a los molinos de Porta Palazzo, la Iglesia de San Pedro in Vincoli… los hermanos Buzzetti y tantos otros seguían a Don Bosco donde quiera que los convocara. Los chicos trabajaban toda la semana y el domingo en el Oratorio era un momento esperado, un descanso –decía Buzzetti– “para el cuerpo y el espíritu”.
Él mismo nos cuenta cómo Don Bosco le invitó a quedarse a vivir en Valdocco cuando pensó abrir la casa a jóvenes que pudieran estudiar y ser sacerdotes. Era un domingo de 1845, después de una jornada intensa de Oratorio:
“Se acercaba la noche y yo me preparaba para volver a casa. Cuando me acerqué a Don Bosco para saludarlo, mientras que se entretenía conversando con cuantos se acercaban y le besaban la mano para marcharse, parecía distraído y me cogía de la mano sin dejarme ir. Intenté una o dos veces liberarme pero no lograba hacerlo. Entonces dejé que se fueran todos (…) En aquel momento, como si lo hubiera hecho a posta, Don Bosco pareció caer en la cuenta de que yo estaba allí, sorprendido y viéndome solo, me dijo: “Estupendo. Me alegra poder hablar contigo. Dime una cosa, ¿Vendrías a estar conmigo? ¿A estar con usted? –respondí. ¡Explíquese! Tú eres albañil ¿no? Pues bien… quiero que me ayudes a hacer tantas otras casas (…) Pero… no entiendo –repliqué. ¿Sabes? Necesito jóvenes que me quieran seguir en el proyecto del Oratorio. Tú serías uno de ellos ¿Aceptarías?
Don Bosco aquella noche lo desarmó. José Buzzetti fue al Oratorio y se quedó con Don Bosco para siempre. Comenzó a estudiar y a prepararse para ser sacerdote. Un desafortunado accidente con la pólvora de una pistola le destrozó la mano y hubieron de amputarle un dedo. Por ésta y algunas otras dificultades, desistió de su vocación sacerdotal. Pero Don Bosco lo quiso con él y Buzzetti profesó en la incipiente Congregación como salesiano laico en 1877. Nacía la figura del coadjutor.
Buzzetti fue el brazo fuerte de Don Bosco. Contaba con él para numerosas tareas que sólo José hacía como nadie. Gestionó las Lecturas Católicas, llevó el canto en el Oratorio durante años, impulsó la librería…
Este hombre sencillo, que habría dado la vida por Don Bosco, lo asistió hasta el momento de su muerte, desviviéndose en los cuidados y atendiéndolo en todo lo que necesitaba. Dejó esta vida poco después de la muerte del padre. Parecía que había terminado su misión. Murió en Lanzo en 1892, con gran serenidad de espíritu hasta el final. Un hombre de la primera hora, un apasionado de Don Bosco.
José Miguel Núñez
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