A lo largo del mes de octubre se celebró en la Ciudad del Vaticano el Sínodo de Obispos de la Iglesia de África. Fueron, en palabras del Santo Padre, «tres semanas de oración y escucha recíproca para discernir qué es lo que el Espíritu Santo dice hoy a la Iglesia que vive en el continente africano, pero al mismo tiempo a la Iglesia universal. Entre las cuestiones tratadas alcanzan una importancia especial las referidas a la reconciliación, la justicia, la paz y la familia. El 25 de octubre, el Papa presidió en la basílica vaticana la concelebración eucarística de clausura. En la homilía dijo: «La Iglesia que está en África, a través de sus pastores, llegados de todos los países del continente, de Madagascar y de las demás islas, ha acogido el mensaje de esperanza y la luz para caminar por el camino que conduce al Reino de Dios. La fe en Jesucristo guía a los hombres y a los pueblos a la libertad en la verdad o, por usar las tres palabras del tema sinodal, a la reconciliación, a la justicia y a la paz». Este fue, en efecto, el centro de la reflexión sinodal; y sobre esas tres palabras giran las 57 propuestas más importantes preparadas en la Asamblea Episcopal.Las propuestas del SínodoComo ha sucedido en la celebración de los Sínodos de los distintos continentes, también esta Asamblea de los Obispos Africanos se cerró presentando al Papa un amplio conjunto de propuestas para impulsar y robustecer la fe cristiana en todo el continente. Indico simplemente el sentido y orientación de algunas de ellas.La primera propuesta apunta a una mayor comunión eclesial a todos los niveles, impulsando la cooperación dentro de la Iglesia, reavivando las estructuras eclesiales ya existentes y promoviendo otras nuevas, como fundar consejos continentales para el clero, los laicos, las mujeres católicas.Los Obispos lanzan especialmente una llamada a cuantos en África están en guerra y hacen que sufra tanto su pueblo, para que cesen las hostilidades y se llegue a la reconciliación. Invitan, al mismo tiempo, a la comunidad internacional a combatir los intentos de desestabilización del continente africano. Manifiestan también su preocupación por la situación de los 15 millones de emigrantes africanos, que buscan una patria y un lugar de paz y denuncian que «las políticas y las leyes migratorias restrictivas del mundo contra los africanos violan cada vez más el principio del destino universal de los bienes creados y la enseñanza de la Iglesia sobre los derechos humanos, la libertad de movimiento y los derechos de los trabajadores inmigrantes».Un amplio conjunto de propuestas se refieren a la familia, que los Obispos exhortan a defender y proteger. En concreto, defienden la protección de la vida humana, «marcada por la banalización del aborto, el desprecio a la maternidad, las distorsiones sobre la noción del matrimonio, la ideología del divorcio y una nueva ética relativista». Condenan todos los actos de violencia contra las mujeres, como el maltrato de las esposas, la privación de la herencia a las hijas, la opresión de las viudas en nombre de la tradición, los matrimonios forzados, la mutilación genital a las mujeres, el tráfico, la esclavitud y el turismo sexual. Respecto al sida, recuerdan que «esta pandemia, junto a la malaria y la tuberculosis está diezmando a la población africana y dañando la vida económica y social del continente»; afirman que los enfermos de sida en África son víctimas de la injusticia, porque no reciben la misma calidad de tratamientos de otros países. Por ello, piden que se les asegure los mismos cuidados y remedios que se practican en Europa, a la vez que abogan por ayudar a las parejas de contagiados «para que tomen las medidas justas, con plena responsabilidad para el bienestar recíproco, la unión y la familia».Muestran también la preocupación por el medio ambiente y afirman que en estos momentos asistimos a un deterioro irresponsable y a una destrucción insensata de la tierra, nuestra madre, debido a la connivencia entre los líderes locales corruptos y las multinacionales.Evangelización y promoción humanaEl Sínodo ha afirmado con fuerza que la Iglesia es en el mundo «la comunidad de personas reconciliadas, agentes de justicia y de paz». No pueden subsistir, por tanto, divisiones de tipo étnico, lingüístico o cultural. La Asamblea sinodal quiere dar un nuevo impulso a la evangelización en África. Recuerda, por ello, que el mensaje de la salvación conjuga siempre la evangelización y la promoción humana. Benedicto XVI concluía con estas palabras de aliento a los Obispos y a todo el continente africano: «Emprende el camino de una nueva evangelización con el valor que procede del Espíritu Santo. ¡Ánimo, levántate continente africano! Acoge con renovado entusiasmo el anuncio del Evangelio para que el rostro de Cristo pueda iluminar con su esplendor las múltiples culturas y lenguajes de tus poblaciones».
Felipe Alonso
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