;font color=#CC0000>Seglares vocacionados Se presentaron cuatro ponencias. En la primera -la que más interés y expectación suscitó- el arzobispo Fernando Sebastián, señaló como principal problema, nuestra “mediocridad espiritual”. A esta “debilidad religiosa”, el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela sumó “las dificultades ambientales contra la fe religiosa, cristiana y eclesial, favorecidas por algunos medios de comunicación”. Tras esta “llamada a ser cristiano” efectuada por don Fernando Sebastián llegó el turno de la “llamada a la santidad”, ponencia desarrollada por la periodista Cristiana López Schlichting. En su conferencia, la locutora de la COPE narró la historia vital de su conversión y apuntó el camino hacia la santificación personal. El profesor Ignacio Sánchez Cámara, fue el encargado de ofrecer pautas y reflexiones para la “llamada a la misión”, objeto de la tercera ponencia. Entre las propuestas señaló: promover un compromiso cristiano fuerte, fomentar el sentido religioso de la vida en el espacio público, revitalizar parroquias y centros comunitarios, integrar la fe en el ámbito personal… La última ponencia, fue desarrollada por Mons. Satanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos. Además de hacer “una llamada urgente a la reevangelización de Europa”, el representante vaticano hizo un retrato del cristiano laico que la Iglesia y Europa necesita. ;font color=#CC0000>Necesidad de presencia cristiana Un aspecto fundamental del Congreso fue el trabajo en los talleres: juventud, familia, sociedad, trabajo, medios de comunicación y formación del laicado. Fruto de estos trabajos fueron las conclusiones aportadas. Los cinco “campos” en los que , según los participantes, “se hace urgente una renovada presencia cristiana” son: – Los jóvenes. – La familia, basada en el matrimonio entre hombre y mujer, y abierta a la vida. – Nuestra sociedad con sus diferentes areópagos. – El mundo económico y laboral. – Los medios de comunicación. ;font color=#CC0000>Nos cuentan la experiencia “El Congreso del Apostolado seglar ha sido una experiencia eclesial profunda y enriquecedora. Un impulso hacia un futuro lleno de retos, compromisos y caminos por recorrer. Se ha podido constatar, como decía san Pablo, la diversidad de carismas que existen dentro de la Iglesia, todos necesarios e importantes. Caminamos juntos y eso no se nos puede olvidar; no somos ni de Pablo ni de Apolo, somos de Cristo y es bueno que haya congresos, aunque luego debemos trasladarlos a la vida cotidiana. Es nuestro momento, somos laicos formados y debemos dar razón de nuestra fe ahí donde estemos. No debemos tener miedo a decir que somos cristianos, pese a las dificultades. Personalmente me ha servido para reafirmarme, una vez más, en que los seglares de la Familia Salesiana tenemos mucho que decir dentro de la Iglesia y de la actual sociedad”. Alberto López, cooperador salesiano, Inspectoría de Bilbao "La asistencia y participación en este Congreso de Apostolado Seglar ha dejado clara la existencia de muchos movimientos de laicos que trabajan con una entrega y entusiasmo encomiables por y para la Iglesia católica, aunque no siempre con la mejor sintonía posible y, a veces, con excesivo afán de protagonismo. Para cada antiguo alumno y para todos los seglares de la Familia Salesiana, creo que es una llamada a seguir colaborando más activamente, no sólo en nuestras asociaciones sino también en nuestras parroquias. Deberíamos hacer lo posible por estar presentes en los consejos de laicos de las diócesis para expresar nuestras opiniones y sugerencias." Basilio Muñoz Pemán presidente regional AA. AA. DB. León Hay personas que irradian bienestar, sólo el hecho de estar con ellas te hace sentir acogido, valorado, satisfecho, feliz. Mucho más si comparten contigo un proyecto común, te abren las puertas de su casa y preparan la mesa, como Marta en Betania, para que nada falte. Luego, al igual que aquella vez María, se quedan en reposo dialogando. Practican la empatía de forma magistral. Y sientes que es verdad, que Él está allí, porque en su nombre os habéis reunido. Yo tengo la suerte de conocer personas así. Hace unos días, viví en Madrid esa grata experiencia. Fue un encuentro gozoso. Juan Manuel, Toñi, Alberto, Carlos, Nieves, Longinos, Gaspar, Paco, Mª José… Escuchamos palabras de esperanza, cantamos, rezamos y hablamos de coherencia, de testimonio, de sal y de luz. Se trata de un grupo de cristianos, con sus carencias y sus desacuerdos, sus bagajes y sus cruces, pero unidos en una praxis que creen importante. Quizá resulte complicado de entender para los que observan desde fuera. Hay quien dice que eso es cosa del pasado; que nuestra sociedad, afortunadamente, rompió esas ataduras. Atrás quedó la religiosidad, heredada de antaño, que nos convierte en siervos y amordaza las ansias de ser libre. No han entendido nada. El ansia de infinito del ser humano siempre le impulsará a buscar sucedáneos que le sacien: poder, dinero, drogas… Algo que impida que se haga preguntas. Algo o alguien donde encontrar respuestas. Nosotros, los cristianos, tenemos a Jesús y su Evangelio. Él nos ofrece su paz y su presencia. A él le siguió Teresa, Juan de la Cruz, Francisco, Pablo, Ignacio, Juan Bosco… Personas con sus dudas y sus miedos, sus ganas de volar y sus preguntas. Personas tan corrientes como todos nosotros, que no se conformaron con las respuestas de las autoridades y gentes importantes de su tiempo. Ellos querían más, buscaban más; y se cruzó el Amor en su camino. María José Alés, cooperadora salesiana.
Redacción
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