Siento que la JMJ ha sido una gran fiesta, una gran fiesta de la fe… una fiesta hecha entre todos. No hay fiesta sin calor y acogida, la de la gente de Madrid que ha hecho de esta ciudad por unos días, la capital de la fe, la ventana al mundo de una juventud que hace crecer en todos la esperanza. No faltaron los que desde lejos no se la quisieron perder, y sin duda, no faltaron los sacrificios y renuncias para acercarse a Madrid. Ahí estuvieron los de cerca, los voluntarios y colaboradores, dándolo todo, cada uno como sabía y podía. En palabras del Papa: «puntada a puntada, han ido tejiendo con su trabajo y oración el maravillo cuadro multicolor de esta Jornada». No hay fiesta sin que alguien nos cite a ella: Gracias Benedicto XVI, por tus palabras sinceras y valientes, profundas y sin rodeos: «Es posible que en muchos de vosotros se haya despertado tímida o poderosamente una pregunta muy sencilla: ¿Me llama Cristo a seguirlo más de cerca? Si ha surgido esa inquietud, dejaos llevar por el Señor. Vuestra vida alcanzará una plenitud insospechada». Ciertamente, ¿no ardía nuestro corazón mientras le escuchábamos? En la fiesta no faltaron, los agentes de pastoral, catequistas y animadores, religiosos y religiosas, sacerdotes… que supieron acompañar la intensa experiencia de estos jóvenes, y que sin duda están ahí también ahora, atentos a enriquecer lo vivido compartiendo el poso dejado, haciendo propuestas de continuidad… Dieron la talla las autoridades e instituciones, los patrocinadores y entidades, las fuerzas de seguridad, los agentes sanitarios, los medios de comunicación, ¡los bomberos!… supieron apostar por un proyecto que despierta, en muchos, la certeza de que algo nuevo está brotando… Finalmente, en toda fiesta hay quienes en la trastienda, preparan todo, sufren los contratiempos, y los fallos de última hora, los imprevistos y el rechazo de unos pocos… pero su sonrisa y saber estar, su serenidad y temple delatan su confianza en Aquel que movía y convocaba la fiesta… Él siempre sale al paso y todos lo saben. A todos gracias, gracias por venir, sin ti la fiesta no hubiera sido lo mismo. Gracias por formar parte de esta fiesta que ha caldeado nuestro corazón creyente y quizá haya despertado la esperanza de quienes no lo son tanto.
Paloma Redondo
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