– Fe y cultura están llamadas al diálogo y al mutuo entendimiento, porque ideas, criterios y pautas de comportamiento tienen sus raíces en el campo de la cultura. Si la cultura expresa costumbres y valores, símbolos y creencias, la ética y la religión forman parte integrante de ella.- La fe cristiana consiste en la revelación, en la Palabra comunicada por Dios a los hombres. Esta comunicación se realiza según los tipos de cultura propios de cada pueblo. La cultura comprende, pues, el diálogo con Dios al nivel de la fe. Por lo tanto, la fe se encarna en las culturas.- Pero la fe cristiana no se identifica con una determinada cultura; no es producto de ninguna cultura; su origen es la revelación de Dios.- La fe no es antagonista de la cultura, ni el evangelio tiene una función negativa frente a las culturas; al contrario, al encarnarse en ellas, asume sus valores, los impregna y transforma.- Desde la fe, se reconoce la legítima autonomía de la cultura. La cultura es un valor en sí misma, no es simplemente un medio al servicio de otras cosas; tiene sus propias leyes, principios y valores.- La fe desempeña en relación a la cultura una función crítica, como la desempeña también respecto a los sistemas políticos y económicos. Está llamada a denunciar los errores y deformaciones de una determinada cultura, a purificarla y humanizarla.- La fe cristiana supone una aportación fundamental para construir la cultura. A su vez, la cultura es también un instrumento necesario para la inteligencia, interpretación y expresión de la fe. Puesto que el hombre es un ser cultural, nunca puede creer y vivir su fe sin que ésta esté interiormente afectada por la cultura. Recibimos y expresamos los contenidos de la fe en un determinado lenguaje, en unas formas de vida, dentro de un marco de relaciones concretas. Es decir, el diálogo fe-cultura no tiene un sentido único; también la fe recibe ayuda de las culturas.
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