La expectativa de vida del ser humano se ha incrementado a lo largo de la historia, pero fue a partir del siglo XX aproximadamente, cuando se empezó a considerar que el ser humano podía superar la barrera de los 75 años. Los avances de la medicina, no sólo han prolongado la expectativa de vida, sino que han mejorado su calidad. Sin embargo, prolongar la vida, más allá de lo razonable, conlleva necesariamente un mayor desgaste. Por eso, los estudios e investigaciones que se realizan en este sentido se centran en el campo celular. Cuando la expectativa de vida de los ancianos se incrementa en los países desarrollados, aumenta para muchos, la soledad de sus últimos años. Pocos son los matrimonios que llegan a la vejez juntos, y eso a menudo les hace sentir el deseo de no querer vivir más, porque qué sentido tiene vivir cuando ya no se puede compartir. Pero… esto sí se puede. El desgaste de la vida, es mucho más que física y química como algunos pretenden hacernos creer. La vida es el don mismo de Dios, la oportunidad de crecer, de crear y construir en el camino que Jesús allanó para nosotros con su ejemplo. Y hacerlo en cada una de las diferentes etapas de la misma con dignidad, la dignidad del cristiano.

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