“Los salesianos de Ciudad Juárez –dice- son 4, muy distintos, pero todos con mucho sentido del humor. Hoy hemos hecho oración juntos y hemos realizado las presentaciones oficiales. De paso han despedido a Juan, un voluntario que se va después de un año aquí. Ayer me gustó mucho el día, especialmente por la tarde, pues jugamos con los chicos al fútbol y al baloncesto y, luego, subimos al cerro desde el que se ve toda la ciudad y la frontera con Estados Unidos. Me gusta mucho hablar con los chicos, con ellos estoy conociendo la ciudad, la realidad de aquí, su historia y la de México. Un chico llamado Sergio nos contó de sus andanzas como “cholo”, de los enfrentamientos que tenían unos con otros, y nos mostraba sus cicatrices en la cabeza. Nos dijo que el oratorio es un lugar protegido y seguro, porque es un lugar de Dios y eso todos lo respetan; que nunca hay broncas en el oratorio, pero que en el resto de la ciudad todo son conflictos. En fin, que me apasionó oírle hablar desde allá arriba, sintiendo el aire que calmaba el calor que hacía, y viendo las luces de las dos ciudades de dos países tan distintos. Este proyecto me gusta, hay muchas cosas que hacer, mucha gente a la que captar para que venga al oratorio, y la mañana la pasamos voceando desde una furgoneta, con un altavoz, claro, que aquí lo llaman vocear. Al principio me daba un poco de vergüenza, pero luego me animé, y me dijo el padre Pepe que solo me faltaba gritar “viva México”. Me sigo sintiendo muy a gusto y feliz, y con ganas de hacer muchas cosas”.
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