La tribuna del educador
La escuela salesiana: una escuela que confía y cuida a sus maestros
La escuela, la calle, los amigos, los medios de comunicación, la familia… los jóvenes asisten ininterrumpidamente a muchos “ámbitos escolares”, y en todos ellos encuentran referencias válidas o no para su crecimiento, y de todos ellos captan mensajes que les animan o no en su esperanza.
Quién valora, orienta, critica, la “influencia educativa” de todos estos “ámbitos escolares”. Además de la familia, la escuela tiene que asumir esa tarea. Y en la escuela, el maestro.
En la escuela, el maestro debe configurar con el testimonio de su vida y de su sabiduría el camino del “ser cada vez más”, en vez del “tener cada vez más”.
El maestro hoy, debe “recrear” su vocación educadora, asumiendo que su acompañamiento educativo se debe apoyar en determinadas actitudes y actuaciones.
Actitud de encuentro. Encuentro personal con el joven, basado en el respeto a la persona, la acogida cordial, atenta y servicial, la capacidad de escucha, el interés por sus problemas, deseos, diversiones, iniciativas… Encuentro con los más necesitados, con aquellos que buscan y no hallan, con los que callan, pero están gritando ayuda, con los que agradecen la cercanía educadora y los que no…
Actitud de presencia. El encuentro no puede ser solamente ocasional. Hemos de darles la posibilidad de realizar y vivir “su propio mundo” en la escuela.
Presencia activa, animadora, portadora de vida, adaptada a sus exigencias, respetuosa de su libertad. Presencia que construye, que orienta, que empuja. Presencia que ayuda a ser feliz.
Actitud de comprensión. Ante el rostro nuevo del joven, que concibe y vive la realidad de modo muy diferente a nosotros. El encuentro y la presencia exigen una comprensión mutua, viva y real. Comprensión de sus situaciones concretas, de sus posibilidades y recursos, de sus limitaciones y debilidades. Conociendo sus tendencias y exigencias, los conflictos que viven consigo mismos y con otros, sus ambientes, ritmos de vida, leyes de convivencia, apariencias externas de felicidad… Para ello hay que mantenerse profundamente “joven” y humano, capaz de valorar todas las riquezas juveniles de la sociedad actual, teniendo como base de nuestra comprensión, no tanto las ideas y razonamientos cuanto el amor.
Actitud de diálogo. Pero no podemos quedarnos a nivel de comprensión de los jóvenes: debemos ganarnos su confianza para poder instaurar un verdadero diálogo educativo. Es una llamada permanente y paciente a su libertad, a su iniciativa, dentro de unas relaciones constructivas, orientando y aconsejando, ofreciendo un ambiente respetuoso y sano para expresar libremente sus ideas. El diálogo no se realiza solamente con las palabras, sino sobre todo con el testimonio y el ejemplo de la vida. Sobre todo con su ejemplo, el maestro va ofreciendo y recibiendo los retazos de crecimiento que conforman la verdadera Educación.
Y en cada escuela un verdadero maestro vocacionado que sigue creciendo día a día con su formación continua.
Ángel Astorgano
Coordinador Nacional de Escuelas Salesianas
Detalles desde el patio
¿Por qué ir a medias?
A la pregunta de un tutor de 4º de ESO sobre la frase a poner en las camisetas que lucirán en la fiesta de María Auxiliadora los alumnos y alumnas que terminan etapa, responden: “Iremos a medias”. Y desde ahí surge el diálogo y la pregunta, una cuestión que encaja perfectamente en el verano del Campobosco 2018 que se celebrará en el mes de agosto y que lleva por lema precisamente ese, “Iremos a medias”.
Esa frase dicha por parte de Don Bosco a un joven Miguel Rua es una expresión de plena actualidad y vivencia en nuestros patios.
El patio es un lugar en el que educador y educando viven o deben vivir en perfecta sintonía sabiendo que esto es algo que se vive a medias, que se vive en una sintonía especial. Cuando uno de los dos protagonistas desaparece o no juega su papel algo estará fallando en el patio salesiano. El ir a medias es: compartir la vida, ponerse en el lugar del otro, saber lo que piensa uno y otro, anticiparse, darse generosamente, ser el uno para el otro, vivir en una clave de corresponsabilidad… en definitiva, compartir la vida.
Sergio Oter Díaz
Salesianos Arévalo
Detalles desde el aula
Vacaciones
Esta palabra es el plural de vacación, un término que proviene del latín vacatio y hace referencia al descanso de una actividad habitual.
Es escuchar esta palabra y se nos dibuja una sonrisa en el rostro.
Dejamos por un momento las responsabilidades cotidianas, habituales para disfrutar de momentos de ocio y tiempo libre con nuestras familias, con amigos o en solitario. Sea como sea, es muy justo y muy necesario para nuestro desarrollo personal y social.
Ya decía Don Bosco que el mejor modo de descansar era cambiar de actividad.
Los momentos de ocio favorecen las relaciones personales y sociales, la comunicación con otros, aparte de aportar momentos de diversión y placer tan necesarios en la vida tan “ajetreada” que llevamos adelante, llenas de prisas y estrés.
Llega el tiempo de poder pararnos, serenarnos, disfrutar de aquellas cosas que en el día a día no podemos desarrollar por falta de tiempo.
Para nuestros niños y jóvenes es de vital importancia que esas vacaciones sean aprovechadas en familia. Ello ayudará en la comunicación y relación entre cada uno de los miembros. En los adultos estará la responsabilidad de planear alternativas creativas, en las que todos participen y tengan algo que decir y que aportar. También habrá tiempo para aburrirse y aprender a recrearse.
Disfruten del verano y nos vemos en septiembre.
Mª del Carmen Garrido
SSCC Salesianos Triana-Sevilla
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