Pregunta.- Lourdes, ¿quieres contarnos tus primeros pasos en la vida?R.- Claro. Nací en Santa Cruz de la Palma (capital de la Isla de La Palma, en Canarias) en 1936, unos días antes de la guerra civil. Por eso mis padres me pusieron: María Lourdes de la Paz. Mi infancia y juventud fueron muy bonitas: vida de familia intensa, estudios, Acción Católica, ya desde pequeñita, a la que serví con entusiasmo durante el tiempo libre. Le debo mucho.P.- Y si en tu isla no había salesianas, cómo llegaste a ellas.R.- Quería ser religiosa y traté de conocer diversas congregaciones. Mi primera referencia de las Salesianas fue que eran religiosas que vivían entre las jóvenes, las querían mucho y se dedicaban a educarlas integralmente… Sentí que Dios me quería ahí. Rápidamente me decidí. Escribí a mis padres y recibí una respuesta preciosa. Conservo la carta y muchas veces la releo pues me vuelve a la motivación profunda de mi vida. En una de sus frases mi padre me dice: «…paso firme y adelante, y que el Esposo no tenga nunca que reñirte de infidelidades».P.- Tus primeras experiencias como salesiana dicen mucho de ti pero también de las Superioras…R.- Sí, dicen más de ellas y del Espíritu. El 31 de enero de 1958 comencé en Tenerife el Aspirantado y Postulantado. Luego me enviaron a Inglaterra a hacer el Noviciado. El Juniorado fue en Sevilla: los últimos dos años enfermé con reumatismo infeccioso. Todo el tiempo en cama. Considero este periodo el más rico y fecundo de mi vida. Profundicé muy seriamente en las motivaciones de mi opción y en el sentido trascendente de mi vida como salesiana aún estando enferma. Me aceptaron para los votos perpetuos aún sabiendo que no podría desenvolver ninguna actividad… Después de un periodo de discernimiento, el Espíritu me hizo ver que lo importante era «ser» y que podría crecer cada día. Dije un sí agradecido e incondicional, que siempre he mantenido.P.- Háblanos de tus años de gobierno o de tu servicio tan «alto». ¡Qué alto has subido, Lourdes…!R.- ¡Qué cosas dices! Alto, sí, pero ni por las ramas ni en las nubes, jejeje. Hice los votos perpetuos en 1967 y poco a poco me fui recuperando. Empiezan a darme responsabilidades de gobierno a nivel local y también Inspectorial. En 1979 me confían la animación de la Inspectoria. Aunque estaba convencida que no tenía las cualidades que se necesitaban, me sentí impulsada a decir Sí. Y este Sí se fue «repitiendo»… Del 85 al 92, Inspectora del Caribe, en América; del 1991 al 2002 me pidieron que formara parte del Timor e Indonesia (del 2003 al 2009).P.- Dios mío, Lourdes, 30 años sirviendo desde tanta altura… ¿sigues respirando bien?R.- Y gozando. Han sido 30 años intensos en que he conocido la capacidad de adaptación e inculturación de nuestro precioso carisma, tan actual y con tantas respuestas a las preguntas de los jóvenes. Pero, quede claro, lo más mío no son las alturas, como dices.P.- ¿Y ahora, qué haces, cómo te desenvuelves?R.- Al terminar como Inspectora hice un serio discernimiento con la Madre, que me pidió quedarme en Timor… ¡y aquí sigo! Me reencuentro con los jóvenes en un internado de 120 chicas mayores de 17 años. Proceden de los campos, y están sedientas de Dios, de formación, de vida. El ambiente es de mucha alegría, cariño y dedicación. La comunidad formada actualmente por 7 hermanas timoreses muy jóvenes, es alegre, fraterna. Compartimos todo, vida, misión y sueños.P.- Muchos te recuerdan también como la gran cantante, «Lourdes y su guitarra». ¿Sigues con música en tu pastoral cercana y creativa?R.- ¿Quién no sabe el valor de la música en la educación? Me da mucha entrada con las chicas. Ellas tienen grandes cualidades para la música y cantan muy bien. No miden el tiempo del canto. Música, recreo y patio… Con razón Don Bosco le daba tanta importancia, y lamentaba en su carta de Roma, cómo se había perdido la pedagogía del patio, del juego, de la presencia entre los muchachos. Conocerlas, amarlas, darles oportunidad para expresar cuanto sienten o preocupa, «ser su amiga» o, mejor, su «abuela amiga». Todo tiempo es poco para caminar con ellas. Soy feliz. Mi corazón vibra por los jóvenes las 24 horas del día. En ellos encuentro a Jesús y en Jesús los encuentro a ellos.Lourdes, tus pasos son signo del Espíritu y de salesianidad. Dejan huella. Mientras cantas el Magnificat por lo que Dios ha hecho en ti, otros lo cantan por lo que Dios ha hecho en ellos a través de ti. Gracias de corazón.
Alfonso Francia
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