Rosendo es un salesiano, “joven de 50 años”, “bien plantao”, amable, sencillo, con un perfil humano y salesiano bien definido. Irradia paz y felicidad, la mejor tarjeta de un educador de jóvenes. Nació en Alcoy (Alicante), uno de los pueblos más salesianos, en cuyo colegio estudió y surgió su vocación. Como coordinador de la pastoral juvenil salesiana en España, es referencia obligada para toda la Familia Salesiana y, en buena medida, para la pastoral juvenil de la Iglesia. P.- Dinos, para comenzar, algo del Centro Nacional y de la estructura de la pastoral juvenil salesianaR.- Llevo tres años dedicado al Centro Nacional. Es una entidad creada por los provinciales de España para la reflexión, dinamización de procesos, formación y presencia institucional. Es referencia y apoyo de las Delegaciones Inspectoriales con sus equipos de coordinación y animación… Por extensión -¡cómo iba a faltar!- el Centro de Pastoral está al servicio de la Iglesia en general.P.- ¿Qué tareas lleva a cabo el Centro Nacional?R.- Desde el Centro y la Delegación organizamos encuentros por sectores, comisiones, cursos, escuelas de verano, foros de reflexión, página web, publicaciones de libros, folletos, Cds, Dvds…Y como revista de reflexión, animación, experiencias y subsidios, Misión Joven, a punto de cumplir los 50 años de servicio ininterrumpido.P.- ¿Cómo valoras la pastoral juvenil actual en la iglesia? R.-De cambio constante, como la sociedad y como los jóvenes. La pastoral está afectada en formas, contenidos y metodologías. Vive una situación de encrucijada entre lo que con tanto esmero se elaboró en el pasado (movimientos, itinerarios, encuentros, materiales…) y lo que se precisa para afrontar los nuevos cambios sin perder lo esencial por el camino (nuevas claves de pertenencia, itinerarios circulares o recurrentes, flexibilidad, acompañamiento personal, etc.).P.-¿Notas desconcierto, titubeos, desánimo…?P.- Hombre, tanto cambio, y tan rápido, tanto esfuerzo en la encrucijada en que vivimos, lleva a veces a un cierto pesimismo en los que se dejan la piel en la pastoral juvenil. Para mí es fundamental no perder el ánimo, ni “tirar la toalla” sino, al contrario, tomarlo como una oportunidad para seguir buscando con ellos caminos nuevos. A más dificultades, más ánimo, mayor creatividad y esfuerzo.P.- ¿Cuáles son a tu juicio los retos actuales de la pastoral juvenil salesiana?R.- Muchísimos. Para simplificar, pongo como primero el superar la inercia de lo funcional. En cada comunidad educativa, en cada parroquia, se precisan procesos de reflexión constantes, en equipo, sobre lo que se vive, sobre los procesos iniciados, materiales que se usan, celebraciones… La inercia nos deseca y nos hace rutinarios. Otro segundo reto, trabajar por prioridades. La dispersión de frentes nos agota. Señalo tres: evangelización (subrayar los trazos evangelizadores en todos nuestros proyectos-ambientes, cuidar que no se desdibujen por nada del mundo. Hoy no se puede dar nada por supuesto…), dimensión vocacional (implicar a los mismos jóvenes en todo lo que movemos desde opciones de vida personales), y formación de los agentes de pastoral (cuidar exquisitamente a colaboradores, educadores, catequistas, animadores… a todos los niveles: humano, formativo, espiritual, técnico…). P .- ¿Qué se puede pastoralmente esperar de esta generación?R.- Todo. Pero lo más importante es que ellos nos pueden dar la llave cultural que nos permita “desmigar” el evangelio en su mundo. Con frecuencia los problemas con los jóvenes, son de comunicación, lenguaje, falta de sintonía… Llevan en su vida, sus costumbres, sus ropas y “culturas”, la llave para sintonizar con su generación. Parece obligado huir de los formatos cerrados y aprender a escucharles. Los jóvenes tienen un tremendo mecanismo delatador de nuestra desconexión con ellos: “te ningunean”.P.-¿Qué opinas de los agentes de pastoral juvenil en la iglesia de hoy?R.- Mi opinión es positiva y alentadora. Aunque vivimos demasiado de rentas, y cubriendo huecos…como recursos humanos de una empresa. Hoy es preciso en primer lugar no perder “la madre del vino” (educadores, animadores, catequistas que han sido referencia de tantas generaciones) para que engendren nuevas vocaciones evangelizadoras entre los jóvenes. En segundo lugar, se precisa liberar tiempo para atender, cuidar, formar, escuchar a los agentes de pastoral, que también tienen sus problemas, dudas y malos momentos. Y en tercer lugar, meter en su corazón la convicción de que solo existe pastoral si se vive en comunidad, en equipo, en red, sumando fuerzas, compartiendo la fe, vida y acción.P.- Se acusa a la pastoral juvenil de formar cristianos con espiritualidad de invernadero, de sacristía, ¿hay algo de cierto?R.- Sin duda, hemos caído en ese error. Nuestras pastorales han sido burbujas endogámicas que han creado el efecto invernadero mientras han estado dentro del ambiente o acompañados directamente. Después, el vacío. Un reto de futuro está en ayudar a los jóvenes a “domiciliar su fe” en una comunidad cristiana. Esto supone comunidades adultas con credibilidad, dedicación y flexibilidad… P.-¿Cuál debe ser a tu juicio el papel de la Familia Salesiana en la pastoral de jóvenes?R.- Privilegiar a los jóvenes como centro de su preocupación y ocupación pastoral. Nuestras mejores energías sean para defender su dignidad, prevenirlos para el futuro, hacerlos protagonistas de su propia historia y capacitarlos para ser agentes de transformación social y eclesial. Y en nuestro “aquí y ahora”, prestar atención muy especial a los jóvenes emigrantes.Hermano y amigo Rosendo, muchas gracias. Agradecemos tus ricas aportaciones. Ahora todos sabemos algo más, somos más y haremos mejor lo que debemos y podemos. En el gran edificio de la iglesia, cada uno tenemos un papel: muro o ladrillo, columnas o cimientos. Y siempre vidrieras: dejan pasar la luz “multicolor” de fuera y la luz de dentro, aunque sea tenuemente, ilumina la negra noche de la ciudad.
Alfonso Francia
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